Veinte personas, incluida una kamikaze palestina, perdieron la vida en un nuevo atentado suicida perpetrado ayer en un restaurante de Haifa, en el norte de Israel. La mujer terrorista, Hanadi Yaradat, de 29 años y vecina de Yenin, pertenecía a la organización radical Yihad Islámica y había estudiado Derecho en Jordania.

La mujer consiguió entrar en el restaurante Maxim, situado en la salida sur de Haifa, a pesar de que en la puerta había un guardia de seguridad. Una vez en el interior, la suicida hizo detonar una bomba. La explosión destruyó una buena parte del local. Las ventanas reventaron y partes del techo se desplomaron.

"No había muchos heridos, sólo un grupo de gente que estaba tirada en el suelo. No se podía hacer nada, no había ninguna manera de ayudarlos. Las familias estaban muertas en torno a las mesas y había niños descuartizados", dijo Yosi Navon, un testigo que se acercó al restaurante instantes después de la explosión. Entre los muertos --19 israelís y la suicida-- había cuatro niños. Más de 40 personas fueron heridas.

RESTAURANTE ARABE

Se da la circunstancia de que el restaurante es propiedad de una familia árabe y que una parte de las víctimas son árabes. Haifa es la tercera ciudad de Israel y en ella viven un gran número de árabes que no fueron expulsados en 1948 y que tienen nacionalidad israelí. Entre los heridos había varios miembros del equipo de fútbol más popular de la ciudad, el Macabi Haifa, que acostumbran a reunirse en el restaurante todos los sábados.

En un comunicado, la Yihad Islámica señaló que el atentado prueba que el muro de separación que Israel está construyendo dentro de Cisjordania no puede detener a los suicidas. En los últimos días, Israel ha matado o detenido a un gran número de militantes de esa formación.

Fuentes de la policía indicaron que, antes de entrar en el restaurante, la suicida disparó contra el guarda de seguridad que había en la puerta. Se trata de la primera vez que un suicida actúa así en Israel. Con anterioridad, muchos kamikazes fueron detenidos en la puerta de restaurantes, cafeterías, centros comerciales y otros lugares públicos por los guardas de seguridad, que de esta forma abortaron los ataques o hicieron que el número de víctimas fuera relativamente bajo.

La Autoridad Nacional Palestina (ANP) condenó el atentado en los términos más duros. El primer ministro designado, Abu Ala, lo calificó de "acción horrible" e instó a las formaciones radicales a que "dejen de llevar a cabo ataques contra civiles". El presidente Yaser Arafat divulgó un comunicado en el que condenó "vigorosamente" el ataque. "Este grave atentado compromete el consenso nacional en un momento crítico y pone en gran peligro el interés de nuestro pueblo", afirma el comunicado. En la Mukata, la residencia de Arafat, se intensificó la vigilancia en previsión de un ataque israelí.

Las condenas, incluida la de la UE, se multiplicaron en la escena internacional. Washington reiteró que lo ocurrido demuestra que la ANP tiene que actuar sin reservas contra las formaciones radicales. En Israel, varios ministros insistieron en que ahora es un buen momento para deportar a Arafat, a quien los israelís responsabilizan de todos los atentados. En los tres años que dura la segunda intifada se han producido 103 atentados suicidas con el balance de 431 muertos.