El viceprimer ministro de Kenia Uhuru Kenyatta encabeza, con un 53 por ciento de los sufragios, los nuevos resultados de las elecciones presidenciales del país, después de que se decidiera ayer volver a iniciar el recuento de votos debido a los problemas técnicos creados por el sistema electrónico.

Por su parte, el actual primer ministro, Raila Odinga, otro de los favoritos para hacerse con el poder en Kenia, cuenta con el 41,29 por ciento de los sufragios tras haberse contabilizado los sufragios de 108 distritos electorales de los 291.

Actualmente imputado por la Corte Penal Internacional (CPI), Kenyatta hasta el momento se ha hecho con más de 2.475.000 votos de los poco más de 4.670.000 que se han escrutado, mientras que Odinga cuenta con cerca de 1.930.000.

El nuevo recuento se inició ayer después de paralizarse la retransmisión de datos de las elecciones presidenciales, tras lo que la Comisión Electoral Independiente de Kenia (IEBC, por sus siglas en inglés) anunció problemas técnicos creados por un costosísimo sistema electrónico comprado para tal efecto.

En una rueda de prensa en Nairobi retransmitida por todas las televisiones locales, el presidente de la IEBC, Isaack Hassan, indicó ayer que para suplir los fallos en el nuevo sistema informático electoral, se optaría por realizar el recuento de forma manual.

Para ello, se decidió trasladar a Nairobi a todos los delegados la IEBC en los distritos de Kenia para que aportaran las cifras en papel, y cuya llegada a la capital está prevista que se complete a lo largo del día de hoy.

"Los resultados definitivos deberían estar (listos) para el viernes", aseguró Hassan, aunque precisó que la ley concede una semana para anunciarlos, por lo que podrían demorarse hasta el próximo lunes.

Asimismo, Hassan pidió paciencia y respeto por el trabajo de la IEBC, dado el creciente nerviosismo ante la tardanza en el anuncio de los resultados definitivos.

Más de 14 millones de kenianos estaban llamados el pasado lunes a participar en unos tensos comicios generales, los primeros que tienen lugar en el país después de la ola de violencia postelectoral que se desató a finales de 2007 y principios de 2008 y que dejó unos 1.300 muertos y cientos de miles de desplazados internos.

Para evitar que se repitan los violentos incidentes de 2007 y 2008, el proceso estuvo vigilado por unos 99.000 agentes de seguridad y por numerosas misiones de observación electoral, entre ellas de la UE, de la Unión Africana (UA) y del estadounidense Centro Carter.