Corea del Norte anunció más armas nucleares, tendió la mano a sus vecinos de Corea del Sur y el mundo atendió a lo rutinario frente a lo noticioso. Fue en el discurso de año nuevo de Kim Jong-un, que a pesar del acostumbrado aliño de amenazas sugiere un 2018 más apacible.

El líder norcoreano dijo que ha llegado el momento de aliviar los conflictos con Corea del Sur, le deseó el éxito en los Juegos Olímpicos de invierno que organizará en febrero y ofreció negociaciones. No se escuchaba un tono tan conciliador en meses.

«El norte y el sur no deberían hacer nada que pueda agravar la situación y tendrían que acentuar los esfuerzos para rebajar las tensiones militares y crear un ambiente pacífico», pidió Kim Jong-un en un discurso que la televisión nacional ha emitido en bucle todo el día. «Deseamos sinceramente que el sur acoja unos Juegos exitosos», añadió.

El mensaje habrá endulzado las navidades de su homólogo del sur, Moon Jae-in, quien estaba comprensiblemente inquieto por la posibilidad de que los desmanes norcoreanos le arruinaran el acontecimiento. Las instalaciones deportivas de Pyeongchang se encuentran a escasos 60 kilómetros de la frontera. Moon había propuesto a Estados Unidos cancelar los ejercicios militares conjuntos de febrero que alteran sin remedio a Pionyang, que los interpreta como ensayos de invasión. Las iniciativas de distensión del presidente surcoreano suelen ser desdeñadas como tibias e inútiles por Donald Trump.

En el discurso del pasado año anidó la tensión de los últimos meses. Kim anunció que probaría su primer misil de larga distancia y Trump prometió que «eso no ocurriría». Los tres misiles de larga distancia lanzados ofrecen pocas dudas del ganador del reto personal. Los enormes avances del programa nuclear norcoreano aceitan, paradójicamente, la solución: alcanzado el objetivo de dotarse de un arma que amenace a Washington, Pionyang ya estaría dispuesta a sentarse con Trump en igualdad de condiciones y rebajar el ritmo de sus desafíos. La veintena de misiles y el último ensayo nuclear ordenados por Kim Jong-un durante el pasado año empequeñecen la obra de su padre, Kim Jong-il.

El discurso del líder apuntala esa teoría. Kim Jong-un se ha felicitado por haber completado su programa nuclear, ha recordado que todo el territorio estadounidense está a tiro y concluido que Washington ya no puede declararle la guerra. Resumiéndolo: «Deben saber que el botón nuclear está en mi escritorio. No es chantaje sino la realidad». El objetivo del 2018 consiste en la «fabricación masiva» de armas nucleares. Estas solo serán utilizadas en caso de ataque previo porque Corea del Norte es, según su líder, un país que ama la paz.