Cristina Fernández de Kirchner irrumpió ayer como la principal heroína de las elecciones legislativas celebradas el domingo en Argentina, en las que los candidatos del Gobierno obtuvieron el 39% de los votos, según cifras oficiales.

El paso de la primera dama por la provincia de Buenos Aires, que tiene el 37% del padrón electoral, permitió al presidente, Néstor Kirchner, afianzar su proyecto político en la lucha por el liderazgo del peronismo. Y en su entorno, ya sueñan con la reelección en el 2007.

Hace dos años, Kirchner logró la presidencia con el 22% de los votos. El domingo duplicó su base electoral y aplastó en su feudo bonaerense a Eduardo Duhalde, el expresidente argentino que lo apadrinó en el 2003, pero enemigo desde hace unos meses por el reparto de poder. La pelea entre el actual jefe del Estado y su antecesor la asumieron sus dos esposas. Y ganó Cristina, como la llaman. La primera dama se quedó con el 46% de los votos bonaerenses, frente al 19,7% de Hilda González Chiche Duhalde.

RESIDENTE FUERA Lo ocurrido desconcierta a los analistas. Cristina Fernández ni siquiera tiene domicilio legal en la provincia de Buenos Aires, donde nació. No hace mucho era una desconocida entre millones de personas que sufren el paro y la pobreza. Hizo su campaña como abanderada de un Gobierno que cosechaba los frutos de una economía en crecimiento y una mejora del empleo.

Sin ofrecer ni una sola entrevista, apoyada por el aparato político de los controvertidos caciques peronistas, la primera dama venció y terminó por definir la dimensión del resultado electoral en todo el país.

"En política nadie es eterno", dijo la flamante senadora, que conoce lo volátiles que son las preferencias de los argentinos. Su moderación contrastaba con la del ministro de Interior, Aníbal Fernández. "Estamos muy contentos porque hemos recibido una adhesión enorme de todo el país: fue como un plebiscito", dijo.

EL PESO DEL FUTBOL La fuerza gravitante de la primera dama no alcanzó para que el oficialismo consiguiera el resultado esperado en la capital federal, donde el empresario y presidente del club Boca Juniors, Mauricio Macri, consiguió que el 34% de sus habitantes respaldaran las propuestas de su coalición de centroderecha de "mano dura" contra la delincuencia y las protestas sociales.

El Gobierno también perdió en Santa Fe, la segunda provincia del país e histórico bastión del peronismo. Ganó el socialista moderado Hermes Binner. Aunque esos dos traspiés limitaron el alcance del triunfo general de Kirchner, el presidente tiene algunas razones para sonreír: sus opositores se encuentran muy divididos.