El peronista Néstor Kirchner asumió ayer la presidencia de Argentina con una demostración de fuerza inédita: el pase a retiro de la mayoría de la cúpula militar.

Kirchner, de 53 años, tomó posesión de su cargo en el Parlamento, ante la presencia de 12 jefes de Estado latinoamericanos, entre ellos los de Cuba, Brasil y Venezuela, Fidel Castro, Luiz Inácio Lula da Silva y Hugo Chávez, respectivamente. También asistió el príncipe Felipe.

El flamante mandatario, quien en su discurso llamó a cerrar la etapa más dura de la historia nacional, llega al poder tras la deserción de Carlos Menem antes de la segunda vuelta electoral, el pasado 18 de mayo. Esa renuncia fue considerada por el presidente saliente, Eduardo Duhalde, como una maniobra dañina para la frágil salud de las instituciones argentinas. Por eso, Kirchner, en sus primeros gestos hacia la sociedad, buscó refutar la idea de que se trata de un presidente débil.

OFICIALES DE LA DICTADURA

El anuncio de la purga del 50% de los generales y el 25% de almirantes y brigadieres tuvo un alto impacto político. Se trata de 50 oficiales que, aunque muy jóvenes en 1976, tuvieron algún lugar en la última dictadura, de la cual el propio Kirchner fue víctima, al igual que otros integrantes de su Gabinete.

Con Kirchner, quien gobernó la patagónica provincia de Santa Cruz durante 11 años, llega al Gobierno una nueva generación que muy poco tiene que ver con los liderazgos precedentes: Raúl Alfonsín, Carlos Menem y Fernando de la Rúa. A pesar de que es un Gabinete "pluralista" --incluye a figuras de la derecha y moderados-- se advierte la preeminencia de los "jóvenes del 70", la generación que fue el principal blanco de la represión militar.

Kirchner sabe bien que el mundo de hoy es diferente. Y Argentina también. Tras la debacle del 2001, el PIB per cápita es similar al de 1965, y la inversión equivale a la de hace 20 años. El 60% de la población es pobre. El nuevo Gobierno piensa lanzar de inmediato un plan de obras públicas y de salud, negociar el alza de las tarifas de los servicios públicos y garantizar el servicio educativo.

Kirchner asume el cargo con un llamativo índice de popularidad: el 64,6% de los argentinos esperan algo diferente. Las nuevas autoridades deberán navegar entre la mayor demanda de trabajo y las restricciones financieras.

PRUDENCIA FISCAL

Roberto Lavagna, que fue ministro de Duhalde, y continúa en el cargo con Kirchner, prometió una mejor distribución de los ingresos y prudencia fiscal. Aunque prevé duras negociaciones con el Fondo Monetario Internacional.

"Dejo un país de pie", dijo ayer Eduardo Duhalde, al despedirse. Cuando llegó, tenía una popularidad inferior al 20%. Pero se va con una aceptación del 60%.