En su primera crisis de Gobierno que termina con cambios en el Gabinete, el presidente argentino, Néstor Kirchner, destituyó en la madrugada de ayer a su ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, Gustavo Beliz, y a sus principales colaboradores por desacuerdos en la política de seguridad pública.

El cambio se hizo inevitable después de los últimos incidentes callejeros que algunos sectores consideran el inicio de una escalada de violencia: la ocupación de una comisaría por un grupo de parados tras el asesinato de uno de sus dirigentes por un presunto colaborador policial, y el asalto a la Legislatura de Buenos Aires --protagonizados por opositores al nuevo Código de Convivencia urbana-- ante la pasividad policial.

Beliz, quien fue ministro de Interior de Carlos Menem, atribuyó su caída a "sectores mafiosos" enquistados en organismos del espionaje. El trasfondo de la crisis es, para los analistas, la falta de una directriz clara en el Gobierno sobre cómo afrontar la creciente protesta social, asunto en el cual el nuevo ministro de Justicia, Horacio Rosatti, no parece ser un experto: hasta ahora ejercía de abogado del Estado.