Convencidos de que se enfrentan a una "conspiración permanente" que pretende restaurar viejos privilegios, los Kirchner vuelven a jugar al todo o nada para frenar el desgaste de siete años en el poder. Ahora es la decisión de usar las reservas internacionales para pagar los vencimientos de la deuda externa argentina del 2010 la que vuelve a ubicar al Gobierno y a la oposición en trincheras separadas.

La batalla se ha trasladado a los tribunales y llegará en breve al Congreso. El matrimonio cree estar emprendiendo una epopeya popular. Sus enemigos los acusan de dinamitar la frágil institucionalidad de un país de enconos insaciables.

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner (peronismo) ya no se maneja con una holgada mayoría parlamentaria. Le cuesta, además, reducir la aversión de la clase media y recuperar adhesiones de sectores populares que les dieron la espalda en los últimos comicios. Cerca de los Kirchner piensan que la situación es aún reversible en virtud del buen ciclo económico que se avecina, y que incluye una cosecha récord. La cosa puede ser todavía mejor con buenas políticas públicas destinadas a los electores esquivos.

Los mandatarios quieren utilizar con esos fines, de acción de Gobierno, el dinero que había sido asignado en el presupuesto para pagar la deuda externa. Y por eso decidió por decreto presidencial recurrir a 6.569 millones de dólares (4.570 millones de euros) de las reservas acumuladas en el Banco Central de la República Argentina (BCRA). En ese camino desatendió a la oposición y a la justicia. A su vez, expulsó de su cargo al director de esa institución, Martín Redrado, algo que solo puede hacerse con una consulta previa al Congreso.

SALVADO DEL ESCARNIO Redrado es un exchico de oro del régimen militar (1976-83). Fue integrante del Gobierno neoliberal de Carlos Menem y pesaba en su contra una acusación de cobrar sobresueldos en la Comisión de Valores cuando, en el 2004, Néstor Kirchner lo salvó del escarnio, llevándolo al BCRA.

Ahora Redrado es, a los ojos del matrimonio, una suerte de caballo de Troya dentro de un Banco Central con reservas por valor de 33.395 millones de euros, 5 veces más de las existentes en diciembre del 2001, cuando el país estalló en pedazos.

Los Kirchner no esperaban que la jueza María José Sarmiento suspendiera la liberación de reservas monetarias hasta que se pronuncie el Congreso y repusiera a Redrado en la presidencia del BCRA. El vicepresidente, Julio Cobos, reincidió en su insólito rol de opositor al Gobierno del que teóricamente es parte y defendió al funcionario cesado. "Pretenden silencio y sumisión". El matrimonio consideró que los fallos judiciales fueron políticos. En las últimas horas, inició una ofensiva para revertirlos.

"La inaudita presión --señaló el diario La Nación -- deja la sensación de un poder cuya crispación está dando lugar a un Estado policiaco". "Con semejante deterioro del imperio de la ley quedamos un paso más cerca de la selva", señaló ayer, por su parte, el diario Clarín.

SESION EXTRAORDINARIA "A Cristina le toca hacer frente a un núcleo desestabilizador, que se opone a la política de derechos humanos, más los sectores monopolistas mediáticos, a los que se suma una oposición política que destruyó Argentina dos veces", declaró el expresidente Néstor Kirchner al diario Página 12.

La Unión Cívica Radical (UCR), el peronismo disidente y los grupos de derechas quieren convocar una sesión extraordinaria del Congreso para analizar los decretos presidenciales que desataron la nueva polémica.