"No jugaré a ser Dios". La afirmación la hizo ayer en Múnich el presidente ruso, Vladimir Putin, quien rechazó una solución internacional al conflicto de Kosovo que pase por la independencia de ese territorio contra la voluntad de Serbia.

Putin explicó que su Gobierno apuesta por que ambas partes, serbios y albanokosovares, se pongan de acuerdo. "No se pueden forzar las cosas, ya que, de lo contrario, conduciremos el problema a un callejón sin salida", señaló el mandatario.

Moscú, que tiene derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, teme que la posible independencia de Kosovo despeje el camino a las aspiraciones de otros territorios de la antigua órbita soviética.

La región de Kosovo, habitada mayoritariamente por albaneses, se encuentra actualmente bajo el protectorado de las Naciones Unidas. En este sentido, su mediador, el finlandés Martti Ahtisaari, ha elaborado un plan para mediados de este año para su futuro estatus que, a casi todos los efectos, conduce a la independencia.

Ayer, unas 2.000 personas se manifestaron en Pristina para reclamar la independencia "sin condiciones" de Kosovo.

División territorial La policía disolvió la protesta con gases lacrimógenos. Por su parte, el diario serbio Blic publicó una encuesta que revela que el 56% de los serbios aceptarían que la parte norte de Kosovo siga perteneciendo a Serbia y que el resto de la provincia "se convierta en un Estado de soberanía limitada". La división fue descartada desde el principio por la comunidad internacional.