El Partido Laborista rompe con la era Jeremy Corby. El nuevo líder, Keir Starmer, pide a quienes dieron la espalda al laborismo en las urnas, que echen "una nueva mirada" al que siempre había sido su partido, porque "estamos bajo un nuevo liderazgo". Elegido el pasado mes de marzo, Starmer, aprovechó el discurso de cierre de la conferencia anual laborista, este año virtual, sin aplausos y ovaciones, para marcar distancias con la rígida línea de extrema izquierda de su predecesor.

"Seamos brutalmente honestos con nosotros mismos. Cuando se pierde una elección en una democracia es porque se merece", afirmó desde la ciudad de Doncaster, uno de esos antiguos feudos laboristas del llamado red wall que pasaron a manos de los conservadores. La derrota con Corbyn en diciembre fue la peor para el partido desde 1935. Los laboristas han perdido cuatro elecciones seguidas. "Le hemos otorgado a los tories una década de poder", lamentó Starmer. "Eso significa que tenemos que cambiar y eso es lo que estamos haciendo", añadió. En un tono sobrio y directo, el que ha ejercido durante años como abogado de derechos humanos, habló de devolver al país el prestigio perdido, destacó la importancia de la familia, la seguridad y empleos justamente retribuidos.

Incompetencia

La crisis del coronavirus, que no le permitió celebrar siquiera su nombramiento como líder, ha sido prácticamente el único tema sobre el que ha debatido hasta ahora con Boris Johnson en la Cámara de los Comunes. Preciso, documentado, huyendo de la demagogia y la grandilocuencia, sus preguntas inquisitoriales han hecho estragos en la reputación de un primer ministro, incapaz de darle un dato o una réplica adecuada.

El último sondeo publicado el sábado por YouGov sitúa a los laboristas con un 40% de respaldo, a la par que los tories. "La incompetencia de este Gobierno está llevando a este país hacía atrás", señaló al hacer recuento de los fiascos en la gestión de Johnson con la crisis sanitaria o el acuerdo del brexit.

Divisiones internas

Starmer está dando los primeros pasos en el que será un largo camino para recuperar al electorado. Al golpear tanto a Johnson como a Corbyn está dejando claro que su mirada está puesta en el futuro, y que el objetivo es sacar al laborismo de las sombras de la oposición para volver al poder. Su tarea comienza por unir al partido, ferozmente divido por el corbynismo, el brexit y las denuncias de antisemitismo. Los laboristas deben ganarse además la confianza de los británicos demostrando su capacidad de gestión de la economía, algo que en lo que siempre van por detrás de los tories.