Aun día de la cita en las urnas, los laboristas británicos están pidiendo a sus simpatizantes que empleen el voto útil para impedir el ascenso al poder de los conservadores. En ocasiones "hay que votar con la cabeza, y no con el corazón", afirmó ayer Peter Hain, ministro para Gales y uno de los tres miembros del Gabinete de Gordon Brown que está reclamando el voto táctico contra los tories. "Quiero que cada candidato laborista gane, pero muchos no van a estar en posición de hacerlo. Lo importante es que la gente actúe inteligentemente en esta elección", señaló Hain. En la misma línea se manifestaron el ministro para la Infancia, Ed Balls, y la líder de la Cámara de los Comunes, Harriet Harman, en un apoyo velado pero claro en favor de los liberaldemócratas. Sin embargo, el líder liberaldemócrata, Nick Clegg, criticó la táctica como un truco típico de "la vieja política".

Clegg, nuevo árbitro de la política británica, sigue sin mostrar las cartas y condiciones que exigirá a quien necesite de un pacto. La posibilidad de que el Reino Unido se despierte el viernes con un Parlamento sin mayoría es cada vez más factible, y las negociaciones sobre posibles acuerdos entre los tres grandes partidos no se ven ni se reconocen, pero existen, y son tan o más importantes que las continuas declaraciones de los líderes ante las cámaras de televisión.

LA NORMA Los conservadores están decididos a formar Gobierno, aunque sea en minoría, y quieren hacerlo después de que se conozca el resultado, si poseen un número sustancial de escaños. Eso contraviene la norma según la cual, si ninguna fuerza tiene los votos suficientes, el Gobierno actual permanece en su lugar hasta que se convoque el nuevo Parlamento.

Los tres líderes vivieron una penúltima jornada maratoniana, conscientes de que cada papeleta cuenta más que nunca. Clegg se desplazó a Escocia, mientras Brown celebraba un gran mitin en Manchester. Cameron se enroló en 36 horas ininterrumpidas de campaña. En ese último empujón visitó Irlanda del Norte, buscando el apoyo de los unionistas, que en el caso de un Gobierno de minoría le pueden ser muy valiosos en futuras votaciones importantes en el Parlamento. El jefe de los tories recibió también el espaldarazo del Financial Times, el periódico de la City. Al diario económico le preocupa la hostilidad de los conservadores hacia Europa y la inexperiencia de Cameron y su equipo, pero cree que es la mejor opción de Gobierno en esta ocasión.

LA DESPEDIDA Públicamente, Brown no suscribe el voto útil, "porque quiero que la gente vote laborista y quiero un Gobierno mayoritario laborista". En una edulcorada entrevista en televisión a la hora del desayuno, Gordon Brown pareció ir preparando el camino de la despedida al asegurar que asumirá la "total responsabilidad" de una posible derrota de su partido. Cuando le preguntaron si el precio para que los laboristas sigan en el poder, en un posible pacto con los liberales, puede ser su dimisión, respondió: "En caso extremo, me marcharé y haré otra cosa".

Lo que está claro es que Brown no necesita enemigos que le crucifiquen. Ya lo hacen sus propios compañeros de partido. El candidato laborista Manish Sood, con pocas posibilidades de ser elegido por el distrito de North West Norfolk, le calificó ayer como "el peor primer ministro que ha tenido este país".