Las elecciones generales del pasado jueves han dejado al Reino Unido en el limbo político. El conservador David Cameron y el liberaldemócrata Nick Clegg negocian desde ayer una posible alianza. Los dos hombres mantuvieron una conversación telefónica preliminar para explorar los términos de un acuerdo, o quizá de una coalición. Anoche hubo un encuentro, cara a cara, entre cuatro altos cargos de los dos partidos. Clegg debe reunirse hoy con los nuevos diputados y con la cúpula liberaldemócrata para informarles de la marcha de las gestiones.

Mientras, Gordon Brown permanece en Downing Street, asumiendo las funciones de primer ministro. No dimitirá hasta que agote todas las posibilidades, listo para negociar con los liberales si las conversaciones de estos con los tories no llegan finalmente a ninguna parte.

EL GUARDIAN DE LA LLAVE El laberinto en el que se ha metido la política británica es consecuencia de unos comicios en los que ningún partido obtuvo los 326 escaños necesarios para controlar la Cámara de los Comunes, una situación que no se producía desde 1974. Los tories fueron los que más diputados (306, 97 más que en el Parlamento saliente) y porcentaje de votos (36,1%) obtuvieron, seguidos de los laboristas (258 escaños, 91 menos, y el 29%) y de los liberaldemócratas, (57 diputados, 5 menos, y el 23%). A pesar de ese desastroso resultado, Clegg se ha convertido en el guardián de la llave del futuro Gobierno. Tanto Brown como Cameron tratan de hacerse con sus favores y con el apoyo de esos 57 diputados, que valen su peso en oro en un paisaje político que en una noche ha cambiado de forma radical.

A poco de conocerse la encuesta a pie de urna al cierre de los colegios electorales, los laboristas ya dejaron claro que, a pesar de su derrota, tenían la intención de mantenerse en el poder. La Constitución no escrita británica concede al primer ministro en ejercicio la prerrogativa de ser el primero en tratar de crear una alianza que cuente con suficiente respaldo en la Cámara de los Comunes. Cameron negó, sin embargo, a Brown la autoridad para gobernar el país, al ser ellos, los tories, los que habían obtenido mayor porcentaje de votos y más escaños.

LOS CONSERVADORES PRIMERO Clegg frenó la disputa reconociendo la prioridad de los conservadores para negociar, a la vista de sus mejores resultados. "Dije que cualquiera que fuera el partido que tuviera más votos y más escaños, aunque no tuviera mayoría, sería el primero en tener derecho a formar Gobierno, solo o con otros partidos, y mantengo esa opinión", señaló. "Esta elección ha demostrado que nuestro sistema electoral está roto y simplemente no refleja las esperanzas y aspiraciones de los británicos", añadió.

Cameron hizo poco después un llamamiento público a los liberales para que se unan a él en lo que llamó "un Gobierno de colaboración, por el interés nacional". "Quiero hacer una oferta, grande, abierta y global a los liberaldemócratas. Quiero que trabajemos juntos para afrontar los problemas más urgentes", declaró el conservador, al que acompañaban durante la declaración algunos de los miembros de su futuro Gabinete.

Cameron habló de los asuntos que pueden tener en común con los liberales en economía, educación e incluso la reforma electoral. Esta, sin lugar a dudas, es la exigencia prioritaria que los liberales llevan años reclamando sin éxito. La promesa de crear una comisión para estudiar la posible reforma del sistema sonó sin embargo poco convincente.

DIFERENCIAS ESTREPITOSAS El margen de maniobra de Cameron no es muy grande y las disparidades entre liberaldemócratas y conservadores resultan estrepitosas en asuntos como la inmigración o la relación con la Unión Europea. Algunos diputados tories ya advirtieron ayer de que en las negociaciones no se podrán tomar decisiones vinculantes que contravengan la línea de pensamiento de la formación. Sin embargo, el que fuera primer ministro conservador, John Major, y el actual encargado de Asuntos Exteriores en el equipo de Cameron, William Hague, no descartaron que la oferta negociadora incluyera algunos puestos ministeriales para los liberaldemócratas.

Si finalmente no hay acuerdo, Cameron puede optar por gobernar en minoría, lo que no garantiza la estabilidad de su gabinete. Brown, en cualquier caso, parece tener los días contados en Downing Street, aunque fuera mucho más contundente en su oferta de pacto a Clegg para la reforma electoral, con referendo incluido, en el caso de que la alianza de socialdemócratas y tories no prospere. Si eso ocurre, Gordon Brown dejó claro que está "preparado" para tomar el relevo en la negociación.

A fin de cuentas, los resultados de las elecciones dejaron mal sabor de boca en todos los partidos. Los conservadores, después de tantos años en la oposición, no lograron la mayoría absoluta y no hicieron progreso alguno en Escocia. Los laboristas sufrieron la derrota que probablemente pondrá fin a 13 años en el poder. Y el catastrófico resultado de los liberaldemócratas, que ningún experto ha podido explicar, fue una humillación para quien ha sido la estrella de la campaña.