Berlín despertó ayer bajo un cielo totalmente cubierto, con un frío invernal y una persistente lluvia. Pero la disposición de los berlineses a celebrar a lo grande el 20º aniversario de la caída del muro demostró ser más poderosa que cualquier inclemencia del tiempo.

Desde primera hora de la mañana, cientos de ciudadanos emprendieron sus marchas particulares por los lugares del recuerdo. Uno de los más transitados fue el puente de Bornholmer Strasse, cuyo control fronterizo fue el primero en ceder a la presión ciudadana. Hasta 20.000 personas lo cruzaron hacia el oeste la noche del 9 de noviembre de 1989.

Algunas de ellas volvieron ayer a revivir esa emoción casi contenida. "Recuerdo empezar a andar y a mitad del puente pensar que mis piernas iban a dejar de responderme. Me puse a llorar. No podía creer lo que pasaba", explica Doro, una alemana de mediana edad, sin poder contener las lágrimas.

MIRADA CON TERNURA Junto a ella está su marido, que la mira enternecido, y una pareja llegada de Rostock a la que acaban de conocer y con la que comparten experiencias de antaño y champán. "Me pasó exactamente lo mismo. La emoción de pensar que al fin iba a ver el otro lado. No se puede explicar. Esa alegría es indescriptible, es algo que solo pueden entender los que han vivido durante muchos años privados de libertad", explica con emoción la mujer del matrimonio de Rostock.

Por el puente pasean también parejas venidas de la que fue la Alemania Occidental. Desde Múnich, Stuttgart, Hamburgo- Aunque los recuerdos son distintos. "Yo solo recuerdo la intensa emoción mientras veía las imágenes en televisión de la multitud cruzando el puente. Recuerdo que entre toda la gente joven que cantaba y bailaba había un hombre mayor. Cuando cruzó se puso a llorar y una jovencita le abrazó por el cuello. Esa imagen se me grabó en la memoria", explica Hannes recordando el emotivo momento, que ha venido con su mujer desde un pueblo del sur de Alemania.

También la cancillera, Angela Merkel, cruzó este puente la noche del 9 de noviembre y también volvió ayer. El paseo simbólico por el antiguo paso junto a Lech Walesa y Mijail Gorbachov fue uno de sus primeros actos de la jornada y, como ella misma reconoció, uno de los más emocionantes "porque es lo más parecido a lo que ocurrió aquel día".

Según avanzaba la jornada, los alemanes y los turistas que habían recorrido la ciudad durante el día o que habían ido a trabajar --era laborable-- empezaron a concentrarse en el centro para asistir a los actos de la Puerta de Brandeburgo.

SENTIMIENTO COMPARTIDO A los que habían vivido aquel hito fueron uniéndose los más jóvenes que querían compartir un sentimiento del que tanto han oído hablar: "Es un día único y creo que va a ser muy emocionante. Yo tenía 6 años cuando cayó el muro y no recuerdo nada, pero hemos oído tantas historias, en casa y la escuela, que ya es como si lo hubiera vivido", comentaba una joven universitaria berlinesa.

Los había aún más jóvenes, pero por obligación: "Estamos en una actividad del colegio obligatoria", confesaba un grupo de adolescentes. "Pero nos interesa mucho", aclaraba una ante la mirada divertida de sus compañeros de clase.

JOVENES Y MAYORES En realidad, esa era la idea de la celebración; que los jóvenes se interesaran y que los mayores pudieran transmitirles aquella indescriptible emoción vivida a lo largo de toda la noche del 9 de noviembre de 1989.