Christine Green era una de las 50 caras de la esperanza, cinco decenas de niños nacidos el 11 de septiembre del 2001 que fueron fotografiados en un libro con el que se recaudaron fondos para las víctimas de los atentados del día en que ellos vinieron al mundo. El sábado, se convirtió en la víctima más joven de las seis que perdieron la vida en Tucson: ella, de 9 años, un juez federal, el director de comunicaciones de la congresista Gabrielle Giffords y tres ancianos de entre 76 y 79 años.

Su madre, Roxanna Green, ofreció ayer varias entrevistas en las que contó que le había parecido una buena idea la propuesta de una vecina de llevar a la pequeña al acto organizado por Giffords para que viera la política en acción. "Quiero que perviva su memoria, que siga siendo una cara de esperanza", decía ayer a la MSNBC. Fue su entrevista más emotiva, en la que imploró: "¡Detengan la violencia, detengan el odio!".