Mientras el Gobierno conservador de Silvio Berlusconi aplica mano dura contra los sin papeles, la realidad, dramáticamente tozuda, se impone día a día por el sur, en la bella isla italiana de Lampedusa, más cercana a Túnez que a Sicilia. La desesperación y el anhelo de una vida mejor demuestran ser más poderosos que cualquier ley: en los primeros seis meses del 2008, cerca de 20.000 inmigrantes clandestinos, en su mayoría del Africa subsahariana, han llegado a la isla de 20 kilómetros cuadrados, la más sureña de toda la Italia mediterránea y una de las principales puertas de entrada de clandestinos al país. Esta cifra dobla, literalmente, la del mismo semestre del año pasado, según fuentes policiales.

En los últimos tres días, Lampedusa vive un aluvión de llegadas de barcas con personas indocumentadas. Según fuentes de la Guardia de Finanzas y de la Guardia Costera, la media de llegada a la isla desde la semana pasada es de 400 personas al día.

Con el termómetro cercano a los 30 grados y un sol radiante, el mar, en calma, parece haberse aliado con los cientos de africanos que salen cada día del puerto de Zuara, en la costa de Libia, después de atravesar, en muchos casos, media Africa. Si la lancha es de goma, viajan unas 50 personas a bordo. Si es una pequeña barca de pescadores, el número asciende a 250. Llegan en su mayoría hombres pero también niños y, sobre todo, llama la atención la importante cantidad de mujeres embarazadas.

OFERTA Y DEMANDA El complicado puzle de la inmigración hace difícil explicar el porqué este incremento de llegadas a Lampedusa en los seis primeros meses del 2008 con respecto al año pasado. Fuentes policiales italianas apuntan dos situaciones coyunturales que influyen de forma decisiva. Por una parte, el incremento de mafias de tráfico de personas hace que ya se haya impuesto la ley de la oferta y la demanda. "Han bajado los precios y, si antes se pagaban hasta 1.200 dólares, ahora se están pagando 500", explica un alto mando de la Guardia de Finanzas que solicitó el anonimato.

La misma fuente asegura que el flujo migratorio en España también está repercutiendo en Italia. Este año, los acuerdos del Gobierno español con Marruecos y Senegal, tanto a nivel de repatriación inmediata como el mayor control en el país de origen, hace que sean muchos menos los inmigrantes que llegan a Canarias y a las costas andaluzas.

"La inmigración nunca para --aseguró el mando policial-- sino que, cuando se cierra una salida, busca otra". La presión del flujo migratorio en el norte de Africa se ha desplazado, pues, hacia Italia. Las mismas fuentes destacaron la importancia del compromiso, a nivel de control, de los países de origen, como hace España con Marruecos y Senegal. Libia, afirma, deja que las mafias trabajen mientras abre y cierra el flujo migratorio en función de las negociaciones de contraprestaciones con Italia.