La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) comenzó ayer a buscar en Santiago de Chile la manera de ayudar a que se evite la temida guerra civil boliviana. Horas antes, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el chileno José Miguel Insulza, reconoció que el tiempo de las soluciones no puede estirarse como un chicle. "O se acuerda un inmediato fin de las hostilidades, de los problemas, y se pasa a la negociación, o la situación puede ser ya irreversible", advirtió.

El presidente venezolano, Hugo Chávez, comparó la situación con el Chile de 1973, antes del golpe de estado que derrocó a Salvador Allende. "Está en marcha una conspiración internacional facturada y dirigida por el imperio norteamericano, tal como ocurrió aquí", afirmó. Mientras, el país anfitrión y los brasileños trataban de que la reunión no se convirtiera en un simple foro del antinorteamericanismo.

"POR BUEN CAMINO" La Unasur se reunía con un ojo puesto en La Paz, donde el Gobierno y las regiones autónomas intentaban no caer al precipicio. El prefecto (gobernador) de Tarija, Mario Cossío, estuvo más de ocho horas negociando con el vicepresidente, Alvaro García Linera. "Hemos tenido que rediscutir los temas, pero diría que vamos por buen camino", señaló al salir del Palacio Quemado, en la madrugada del lunes.

"Vengo a explicar un golpe de estado civil de los prefectos de algunos departamentos, con toma de instituciones, saqueos, robos y acciones terroristas; y, sobre todo, cómo algunos grupos cometen delitos de lesa humanidad, masacrando a los sectores más pobres", dijo el presidente, Evo Morales, al aterrizar. Para el Gobierno, lo ocurrido en Pando, donde han muerto 30 personas, es innegociable. El Movimiento al Socialismo (MAS) de Morales dice estar dispuesto a ser "flexible", pero exige la cabeza del prefecto Leopoldo Fernández, a quien relaciona con los asesinatos. Está por ver si Santa Cruz está dispuesta a sacrificarlo, rompiendo el bloque opositor.

El canciller chileno, Alejandro Foxley, aseguró que la salida de la crisis depende en buena parte de que se reconozca "la autoridad legítima" de Morales y "la integridad territorial del país". El presidente boliviano recordó ayer que "algunas autoridades hablan permanentemente de separación. Bajo el pretexto de la autonomía, gritaron independencia". Chile iba a proponer el envío de una misión mediadora.

Pero la Unasur no es un bloque homogéneo. Hay voces preocupadas por cómo interviene Chávez en el escenario boliviano, echando más gasolina al fuego. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, aceptó finalmente viajar a Santiago, a pesar de sus prevenciones. "Si nosotros tomamos una decisión y luego ninguna de las partes la acata, la reunión será inútil", hizo saber.

El vicepresidente Linera y el tarijeño Cossío tenían pensado volver a encontrarse tras la cumbre de Santiago. Lo que ya ha sido definido por ambos es quién debe participar en el diálogo y los temas que deberán tratarse. La gran divisoria de aguas es la Constitución que el MAS aprobó sin consenso opositor. Las regiones del Oriente decidieron entonces radicalizar sus autonomías. El detonante de la última crisis fue, sin embargo, otro: los autonomistas piden al Estado que devuelva parte de la renta petrolera que utiliza para pagar jubilaciones a los más pobres.

ARMAS La calma que reinaba ayer en Bolivia tenía la validez de los billetes falsos, y todos lo sabían. En El Alto --el bastión de Morales que rodea La Paz--, donde viven más de un millón de personas, comienzan a intranquilizarse. Uno de sus dirigentes más duros, Roberto de la Cruz, reclamó armas al Gobierno y pasar a la acción.

"El pueblo, cansado, puede ir a Santa Cruz y poner orden; de lo contrario, nos van a montar estos neoliberales. A nuestra policía la están ultrajando, la están maltratando, a nuestros militares los están humillando, ¿dónde se ha visto esto?", dijo.