Pinochet ya se burló en una ocasión de los ingleses fingiendo que estaba paralítico y después, nada más desembarcar en Chile, se olvidó de la silla de ruedas y corrió como una liebre entre militares y amigos que le esperaban en el aeropuerto Pudahuel de Santiago de Chile. Ahora está dispuesto a repetir la suerte en el Hospital Militar donde lo han internado en supuesta "condición crítica". Como dirían los hermanos Marx, su situación es desesperada, pero no grave.

Nadie, ni sus más acérrimos seguidores, se ha creído la historia del "accidente vascular cerebral", porque el viejo tirano tiene más conchas que un galápago y miente como habla.

De lo que se trata ahora es de evitar que este Lázaro (levántate y anda) de mentirijillas pueda ser arrestado y sus bienes embargados. Este general es un simulador recalcitrante, un caradura crepuscular que intenta, una vez más, burlarse de sus compatriotas. Se trata de saber ahora si éstos lo consentirán de nuevo.

*Periodista.