El último capítulo de la crisis libanesa, el vacío presidencial que vive el país desde el viernes, tiene visos de eternizarse. Gobierno y oposición han dejado de negociar a solo dos días de una nueva convocatoria en el Parlamento. Ambos bloques, divididos también respecto a Annápolis, esperan el resultado de la cumbre.

Pero el tiempo corre en su contra. La tensión se desbordó ayer en Trípoli entre dos grupúsculos rivales. La refriega acabó a tiros y dejó un muerto y una decena de heridos. Una discusión entre dos hombres degeneró en el enfrentamiento entre miembros del fundamentalista Tawhid Islámica, cercano a la oposición prosiria, y los Batallones Trípoli, afines a la mayoría gubernamental.

El acuerdo sobre un jefe de Estado de consenso parece lejano. "No hay negociaciones serias", dijo a este diario el diputado suní de la mayoría gubernamental Misbah Ahdad. En sus filas crece la división, después de que muchos diputados hayan dejado de apoyar la opción de elegir al presidente por mayoría simple.

El veterano periodista Hikmat Sharif asegura que Hizbulá y el Movimiento Patriótico de Michel Aoun tienen un plan para sacar a miles de personas a la calle y forzar la caída del Gobierno sin un solo disparo. Una opción alternativa, según Ahdab, es nombrar al jefe del Ejército, Michel Suleimán, presidente interino hasta las elecciones legislativas del 2009.