Cuatro encapuchados secuestraron ayer a punta de pistola al periodista español Emilio Morenatti, fotógrafo de 37 años de la agencia Associated Press (AP). El secuestro, cuya autoría nadie había asumido al cierre de esta edición, mereció duras condenas nacionales e internacionales: del presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbás, alias Abú Mazen ; del primer ministro, el islamista Ismail Haniya; de la oenegé Reporteros Sin Fronteras, y de asociaciones profesionales españolas y extranjeras.

A última hora de ayer el fotógrafo español fue liberado, según confirmó a la agencia Efe su hermano Miguel Angel Morenatti, que explicó que la noticia de la liberación de su hermano la habían obtenido telefónicamente por parte del Ministerio israelí de Asuntos Exteriores y también del jefe de la diplomacia española, Miguel Angel Moratinos. Su familia acogió la noticia "con mucha emoción" y agradeció las muestras de cariño recibidas durante todo el día.

CUATRO ENCAPUCHADOS Morenatti fue secuestrado a las 6.30 horas de la mañana cuando salía del apartamento que la agencia AP tiene para extranjeros en el barrio de Rimal, enfrente de los principales hoteles de Gaza, como el Beach y el Al Dirah.

El periodista iba a abandonar con su chófer palestino el aparcamiento del edificio --situado al aire libre junto a la entrada-- cuando cuatro encapuchados que circulaban en un Volkswagen blanco se lo llevaron a punta de pistola. Los secuestradores amenazaron al chófer y le quitaron el teléfono móvil y las llaves del coche. Fueron testigos de los hechos los dos porteros del edificio, a los que la policía palestina se llevó para interrogar.

PRACTICA HABITUAL El de Morenatti es el 24º secuestro de un extranjero en Gaza desde agosto del 2005, cuando en la franja las facciones armadas y criminales comunes iniciaron esta práctica.

Pero, a diferencia de Irak, hasta el momento todos los secuestros de extranjeros se han resuelto en poco tiempo --desde apenas unas horas hasta dos semanas como máximo-- y los rehenes no han sufrido ningún daño.

Los secuestros han sido cometidos por clanes familiares que pretendían saldar cuentas con el Gobierno de la ANP y hasta policías en paro que reclamaban un empleo, pasando por facciones armadas que protestaban por la connivencia de algún país europeo con Israel y grupos que directamente pedían un rescate.

Desde la llegada de Hamás al Gobierno tras ganar las elecciones el pasado mes de enero, diferentes grupos armados relacionados con Al Fatá han utilizado los secuestros como un elemento más para crear desorden en las calles, en el marco de la lucha de poder con el movimiento islamista. El último secuestro antes del de Morenatti fue el de un cámara y un periodista de la cadena estadounidense Fox News, que oficialmente fueron liberados tras ser forzados a convertirse al islam. Fuentes de las fuerzas de seguridad preventiva afirman que ese secuestro estuvo relacionado con el conflicto entre Hamás y Al Fatá y su constelación de facciones armadas.

En cualquier caso, la ANP --tanto la de Al Fatá como la de Hamás-- no ha podido frenar este fenómeno ni el caos que sufre Gaza, a pesar de que los unos tienen desplegados en las calles miles de policías y los otros, miles de milicianos armados.

"EN TODOS LOS RINCONES" La rutina habitual es lo que sucedió ayer. Abú Mazen prometió buscar al rehén "en todos los rincones", y Hamás expresó su condena afirmando que el secuestro va en contra "de la religión de los palestinos". Normalmente, los secuestros se han solucionado cuando de una manera o de otra los captores han logrado sus exigencias, lo que creó un efecto llamada que aún perdura. Tampoco ayuda demasiado a castigar a los culpables el hecho de que en muchas ocasiones están relacionados con Al Fatá.

De ahí la tardanza en atribuir la autoría del secuestro, lo que genera incertidumbre. Por eso, la familia de Morenatti pedía ayer saber al menos quién retiene al fotógrafo, pero lo habitual es que los captores utilicen nombre de grupos desconocidos y que en realidad no existen para ocultar su verdadera identidad.

Por estos motivos, Gaza se ha convertido en uno de los peores lugares del mundo para ejercer el trabajo de periodista.