El naufragio en toda regla del primer ministro polaco, el ultraderechista Jaroslaw Kaczynski, en el debate televisado del viernes frente al jefe de la oposición, el liberal Donald Tusk, ha dado la vuelta como a un calcetín al panorama dibujado por los sondeos cara a las elecciones legislativas del próximo domingo.

La Plataforma vuela , titulaba ayer el diario conservador Dziennik, en referencia a la Plataforma Cívica (PO), el partido de Tusk, al que otorgaba un 46% de intención de voto y la mayoría absoluta, frente a un 32% para la formación de los hermanos Kaczynski, Ley y Justicia (PiS). La encuesta de Gazeta Wyborcza (centroizquierda), menos contundente, también situaba a los liberales por delante (38% a 37%).

Hace apenas una semana, Ley y Justicia mandaba con holgura, con un 37% frente a un 32%. Pero en el debate, Tusk "aplastó" a un Kaczynski "sin resuello y sin argumentos", escribe Dziennik . Minutos después de que finalizara, Kaczynski proclamó su victoria en la televisión pública, por lo visto con poco éxito.

EFECTOS SECUNDARIOS Sin estar presente, la coalición de centroizquierda fue la otra damnificada del debate. La polarización le ha hecho caer hasta el 11%. Tampoco le ayuda la polémica sobre el supuesto abuso del alcohol de su líder, Aleksandr Kwasniewski, quien parece no haber convencido al achacar a "los efectos secundarios de un fármaco contra una enfermedad tropical" su estado durante una visita a Ucrania la semana pasada.

Los pintorescos exaliados de los Kaczynski, la populista Autodefensa y la ultracatólica Liga de las Familias, pagan los platos rotos y corren serio riesgo de convertirse en extraparlamentarios. En cambio, el Partido Campesino, con un 7%, se postula para tener voz en los eventuales pactos poselectorales.

La propaganda electoral escasea en las calles de Varsovia y la larga campaña se juega en los medios, ante el hastío generalizado. En el 2005, solo votó un 38%. De la participación y del 30% de los polacos que se declaran indecisos depende el incierto resultado del domingo.