No vamos a declarar la guerra a EEUU, pero no vamos a apoyar esta guerra". El secretario general de la Liga Arabe, Amr Moussa, resumió así el espíritu de la cumbre árabe que se celebró ayer en Sharm el Sheij (Egipto). Muy dividida, la Liga alcanzó un acuerdo de mínimos en el que expresó su rechazo a un ataque contra Irak, abogó por una resolución pacífica de la crisis según la resolución 1441 de la ONU --que exige el desarme iraquí-- y pidió más tiempo para los inspectores. Los países moderados, pues, impusieron sus tesis.

Los líderes árabes afrontaban esta importante cumbre --acudieron delegaciones de los 22 países y el equipo iraquí fue el de más alto nivel de los últimos 13 años-- con el objetivo de lograr una postura unitaria y bajo la presión de sus poblaciones. "Los países árabes deben unirse en una sola trinchera", dijo el presidente egipcio, Hosni Mubarak.

Pero esa recomendación era una tarea difícil, dado que los 22 países se repartían al menos en cuatro trincheras: los duros contra EEUU (Siria, Líbano), los moderados (Arabia Saudí, Egipto, Jordania), los países que acogen tropas estadounidenses (Kuwait, Qatar, Bahrein) y la cuarta vía, representada por Kuwait, que pretendía centrar el debate en el Irak post-Sadam al considerar necesaria la guerra.

ENCAJE DE BOLILLOS

El resultado sólo podía ser un encaje de bolillos más cercano a Francia y Alemania que a EEUU y Gran Bretaña. El texto rechaza la guerra contra Irak o cualquier Estado vecino --una concesión a Kuwait--, tilda el ataque de "amenaza para todos los países árabes" y destaca que ningún miembro de la Liga "participará en acciones militares" contra Irak. No se prohibió explícitamente ceder el territorio como base a EEUU, como pedía Siria.

La Liga se pronunció a favor de la desaparición de las armas de destrucción masiva en la zona pero subrayó que eso afecta a Israel, y anunció la creación de un comité compuesto por Líbano, Bahrein y Túnez que emprenderá contactos diplomáticos con el Consejo de Seguridad de la ONU.

La nota sorprendente de la cumbre la pusieron los Emiratos Arabes Unidos al plantear que Sadam Husein se exilie con garantías de que su integridad física no correrá peligro y que la Liga Arabe y la ONU dirijan la transición hacia un nuevo régimen.