El primer ministro israelí, Ariel Sharon, recibió ayer un duro golpe de su propio partido, el Likud, que rechazó masivamente su plan de retirada unilateral de Gaza. Según los sondeos de las televisiones, entre el 56% y el 62% de los militantes del Likud votaron en contra del plan, mientras que el cosechó entre un 38% y un 44% de los sufragios. El resultado supone una derrota personal de Sharon, con el que cerraron filas sus correligionarios, que avanzaron que "pese a todo, el plan se llevará a cabo".

La participación no superó el 50% de los 193.000 militantes convocados a las urnas. Tras este resultado adverso, Sharon deberá sanar las heridas abiertas por este plan en su Gobierno de coalición, donde todas las fuerzas de la ultraderecha se opusieron a la evacuación de Gaza. Muchos analistas auguraron la defunción de este Gobierno.

SALIDA ELECTORAL El no impedirá ahora que los ministros y parlamentarios del Likud aprueben el plan en el Parlamento y situará a Sharon en una delicada situación, que no se descarta que lleve a la convocatoria de elecciones anticipadas. Además, el primer ministro israelí tendrá ahora que afrontar un profundo cisma dentro de su partido, evidenciado en las últimas semanas con la férrea oposición al plan de algunos ministros y viejos halcones del Likud, ya que la evacuación de Gaza contradice de base los postulados ideológicos de este partido.

Entre los partidarios del plan, también hay numerosos miembros del Likud. También lo apoya parte de la izquierda israelí, que lo percibe como un paso para la evacuación de territorios que no debieron ser confiscados, y que es consciente de que esta iniciativa sólo puede lograrse desde un Gobierno de derechas.

El plan de retirada de Gaza, que tanto disgusta a los colonos, silencia con frecuencia las prebendas que Israel obtendrá a cambio, y que fueron refrendadas por el presidente de EEUU, George Bush. La evacuación de Gaza incluye, entre otros beneficios, la anexión de seis grandes bloques de asentamientos en Cisjordania, ilegales según el Derecho internacional, que garantizarán no sólo el equilibrio demográfico judío de Jerusalén --tres de estos asentamientos forman una especie de anillo alrededor de la ciudad santa-- sino la expropiación de gran parte de Cisjordania, que yace sobre el mejor acuífero de la zona.

En su primera reacción al rechazo del plan de retirada de Gaza, los palestinos llamaron a Sharon a retomar las negociaciones para aplicar la Hoja de ruta , el plan de paz que prevé la creación de un Estado palestino en Cisjordania y Gaza en el 2005, a más tardar. Pero el número dos del Gobierno israelí, Ehud Olmert, insistió en que el plan de Sharon es la "única solución" para cambiar "la realidad".

LOS INDECISOS La magnitud de la derrota de Sharon fue una sorpresa que no habían vaticinado los sondeos previos y, según los analistas, fue precipitada por el atentado cometido por la mañana en Gaza contra una familia de colonos, en el que murieron tiroteadas una mujer de 34 años embarazada de ocho meses y sus cuatro hijas, de entre 2 y 11 años. El ataque decantó el sentido del voto de los indecisos, según los observadores.

El atentado tuvo lugar en la carretera de Kisufim, que lleva al bloque de implantaciones judías de Gus Katif, en el sur de la banda de Gaza, donde residían las cinco víctimas. Los dos autores del ataque, reivindicado conjuntamente por la Yihad Islámica y los Comités de la Resistencia Popular, fueron abatidos.

El entierro de las víctimas tuvo lugar en medio de una gran conmocionó y también de fuerte tensión. Horas después, Israel llevó a cabo su particular venganza: cuatro militantes palestinos de las Brigadas de Mártires de Al Aqsa murieron en la ciudad cisjordana de Naplusa cuando el vehículo en el que viajaban fue atacado con misiles desde un helicóptero. En Qalquilia, murió otro palestino en un enfrenamiento con el Ejército.