Los agentes de la lucha antiterrorista de Scotland Yard tratan de establecer si los asesinos del exespía ruso Aleksandr Litvinenko trataron también de envenenar a Mario Scaramella, un contacto suyo. El italiano, que se entrevistó el pasado 1 de noviembre con Litvinenko en un restaurante japonés de la calle Regent, cerca de Picadilly Circus, continúa ingresado en el University College Hospital de Londres. A Litvinenko le administraron una dosis 100 veces superior a la necesaria para matar a una persona, según publicó ayer el diario británico The Guardian.

Scaramella fue admitido en el centro en la noche del viernes, después de que unos análisis preliminares detectaran en su organismo una cantidad "sustancial" de polonio-210, la misma sustancia que mató a Litvinenko. El último parte médico del hospital, emitido a mediodía de ayer, indicaba que Scaramella "se encuentra bien" y de momento no muestra signos de toxicidad radiactiva. El contacto italiano, uno de los personajes claves y más oscuros en esta trama mortal de espionaje, será sometido a nuevas pruebas en los próximos días, aunque los doctores creen que harán falta semanas para conocer los efectos que pueda tener la contaminación en su organismo.

En cambio, desde Italia y Rusia, se añade incertidumbre. El senador Paolo Guzzanti, de Forza Italia, dijo que habló por teléfono con Sacaramella y que este aseguró: "Los médicos me han confirmado que moriré". En Moscú, fuentes anónimas del Ministerio de Transportes ruso informaron de "niveles de radiación superiores" a los límites establecidos en un vuelo de la compañía finlandesa Finnair.

Un experto en asuntos de salud manifestó al diario The Times que "no se conoce ninguna forma de eliminar el polonio del cuerpo, por eso causa daños a largo plazo". Y el Guardian reveló que la exagerada dosis de polonio empleada para asesinar al antiguo miembro del KGB había costado 30 millones de euros. Scotland Yard ha solicitado la colaboración de los expertos de la planta nuclear de Sellafield, en la región inglesa de Cumbria, mientras aguarda los resultados de la autopsia practicada el viernes a Litvinenko en Londres.

ESPOSA CONTAMINADA El funeral del exespía se celebrará seguramente a lo largo de esta semana. El cuerpo del fallecido le será entregado a la familia en un ataúd herméticamente cerrado, con la orden taxativa de no abrirlo. Por seguridad, el cadáver solo podrá ser incinerado dentro de 22 años. Marina, la esposa de Litvinenko, que lo acompañó durante su larga agonía en el hospital, sufre un nivel bajo de radiación. Según la Agencia de Protección de la Salud, "no es significativo como para desembocar en ninguna enfermedad a corto plazo y cualquier riesgo a largo plazo es muy pequeño".