Israel amaneció de la resaca electoral en el mismo estado de desconcierto que ha presidido el país desde que el primer ministro saliente, Ehud Olmert, dijo que dimitía por corrupción en julio del 2008. El punto de diferencia obtenido por la ministra de Exteriores, Tzipi Livni, sobre Binyamin Netanyahu ha llevado a los dos candidatos a declararse vencedores a falta del recuento del voto del Ejército. Hay solo un puesto para gobernar y la llave la tiene Avigdor Lieberman, cuya predilección es un Gobierno liderado por el derechista Netanyahu.

Comienza ahora el proceso de mercadeo inherente a la política israelí, cuyo sistema electoral convierte a los pequeños partidos en socios indispensables para formar Gobierno. Con 15 escaños y el estatus de tercera fuerza en el Parlamento, el rey de la baraja es Avigdor Lieberman, el populista moldavo que ha hecho de sus ataques a los palestinos de Israel su divisa de campaña. Lieberman dice lo que la mayoría de partidos sionistas piensan pero no se atreven a decir. No es de extrañar que nadie haya planteado su aislamiento. Todo lo contrario. Livni fue la primera en llamar a su puerta; por la tarde, lo hizo Netanyahu.

LAS CONDICIONES Según ha podido saber este diario de fuentes muy cercanas al líder de Israel Nuestro Hogar, el precio de Lieberman es el puesto de ministro de Defensa o, en su defecto, de Finanzas. Además, quiere otras dos importantes carteras para su partido, Vivienda e Infraestructuras. Lieberman quiere un Estado judío lo más étnicamente puro posible para deshacerse de eso que llama el "terrorismo interno". De ahí que, a diferencia de Netanyahu, esté dispuesto a ceder territorios a la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

Su deseo es canjear las zonas árabes de la Galilea y los suburbios palestinos a las afueras de Jerusalén, como el campo de refugiados de Shuafat, por los bloques de asentamientos de Cisjordania. El grueso de Jerusalén Este no es negociable, una postura que comparten Livni y Netanyahu, al menos públicamente.

Lieberman dijo ayer, tras reunirse con la jefa de Kadima, que declarará "lo antes posible" su opción. Livni insiste en un Ejecutivo de unidad nacional. Para convencer al moldavo apela a los intereses comunes: la ley de matrimonio civil y la reforma de la burocracia gubernamental.

Lieberman está abierto a todas las ofertas. "Prefiere a Netanyahu porque es más cercano a él ideológicamente pero tampoco le haría ascos a Livni. Lo que no aceptará es un Gobierno de concertación nacional con el Likud y Kadima porque no podría tener el peso que desea", asegura una fuente próxima al moldavo.

También el líder del Likud apuesta por un Gobierno de unidad. Podría gobernar con una coalición de ultraortodoxos, colonos y la extrema derecha laica de Lieberman, pero esta suma de ultras sin máscara podría alejarle de la Administración del presidente de EEUU, Barack Obama, que pretende revitalizar el llamado proceso de paz.

Vende mejor la fórmula de Livni, apuntada ayer por el columnista de Haaretz , Akiva Eldar, para explicar el éxito de su partido, para el que la mayoría de analistas predecían una existencia efímera. "Quizá el secreto de Kadima es la fórmula que el estratega político Reuven Adler empleó para llevar a Sharon y Olmert al poder y repitió luego con Livni: mata tantos árabes como sea posible y habla tanto como puedas de paz". Una fórmula sugerida ayer para salir del embrollo del empate casi técnico entre Kadima y el Likud es el Gobierno rotativo: dos años para uno y dos para el otro, un sistema que se empleó por última vez en 1984. Netanyahu rechazó la idea: "No habrá rotación".

Como alternativa propuso a Kadima que se una a un Ejecutivo del Likud "Hemos recibido un mandato del pueblo. Nos dirigiremos primero a nuestros socios naturales y más tarde trataremos de expandir el Gobierno", señaló Netanyahu, consciente de que la derecha gana en el Parlamento a pesar de que su partido cuenta con un escaño menos que Kadima.

SIN INTERFERENCIAS Desde EEUU, un portavoz del Departamento de Estado aseguró que la Casa Blanca no interferirá en la formación del Gobierno. "Estamos esperando para trabajar con cualquiera que lo encabece. Es el pueblo israelí el que debe decidir quién forma parte", afirmó Robert Wood. Tampoco puso pegas a la posible inclusión de Lieberman. "No nos corresponde hacer esa caracterización".