Mientras la derecha eligió estratégicamente la populosa y popular ciudad mediterránea de Marsella, al sur de Francia, para celebrar su universidad de verano, el fin de semana anterior la izquierda optó por la bella y burguesa villa de La Rochelle. Todo un símbolo de lo que representan, o quieren representar, los líderes de los dos principales partidos.

Nicolas Sarkozy, abogado, rompe con la tradición de dirigentes formados en la AENA, la elitista escuela de los altos cargos políticos franceses. Por su parte, la favorita de la izquierda en los sondeos pero discutida en el seno del Partido Socialista, Ségol¨ne Royal, compañera de promoción de Dominique de Villepin en la AENA, encarna la imagen de un partido que, a menudo, se identifica más con la llamada gauche caviar que con la clase trabajadora (solo el 13% de los obreros vota al PS).

La batalla que cada uno libra por atraer al votante de centro les lleva, en ocasiones, a hacer propuestas similares. La recuperación del servicio militar reconvertido en un "servicio cívico" que plantea el conservador Sarkozy ya había sido propuesto por Royal. Lo mismo ocurre con la recuperación de la disciplina y de la añorada "excelencia" de la escuela francesa, así como la "cultura del esfuerzo" entre los jóvenes. Royal defendió ayer la inclusión de un segundo profesor en las aulas con alumnos más difíciles y acusó a Sarkozy de prometer cosas en lugar de actuar.