Historicamente perseguido, el pueblo yazidí sufrió el último de 74 intentos de borrarlo del mapa en agosto del 2014. Más de 3.000 miembros de esta minoría religiosa con epicentro en Sinyar, en el norte de Irak, fueron asesinados y casi 6.500, capturados. Desde entonces, seis años ya, los yazidís se ven obligados a convivir con incalculables traumas, reconstruyendo su vida en campamentos y con poca esperanza de regresar en breve a su tierra de origen.

La irrupción del Estado Islámico (EI) fue la condena de una comunidad integrada por 550.000 personas en Irak. Tras declarar el califato en Irak en junio del 2014, los yihadisas radicales penetraron en el distrito de Sinyar. La violencia desplegada fue inaudita: decapitaciones, violaciones, actos de tortura, asesinatos en masa y captura de mujeres y niños. Más de 3.000 mujeres y menores de edad secuestrados todavía no han regresado.

El genocidio yazidí, reconocido por Naciones Unidas, generó además 360.000 desplazados internos, la mayoría de los cuales viven en campamentos del norte de Irak y del Kurdistán iraquí. Aunque la región fue recuperada en 2017 por las fuerzas iraquís, muy pocos yazidís han regresado ya que la zona continúa siendo muy peligrosa y carece de todas las infraestructuras vitales.

SINYAR, UNA REGIÓN INHABITABLE

Seis años después del genocidio, la reconstrucción de Sinyar se dibuja casi como una quimera a causa de la inestabilidad y de la falta de recursos económicos. Los territorios del noroeste de Irak se encuentran en el centro de luchas políticas por el control de una tierra rica en recursos naturales.

La mayoría de las personas no han vuelto a Sinyar. El territorio es objeto de disputa entre el Gobierno central iraquí y el Gobierno del Kurdistán iraquí, ¿Quién se encarga de la seguridad de los yazidís?, se pregunta Pari Ibrahim, mujer yazidí y directora de la Free Yezidi Foundation, para añadir: Hay diferentes grupos de milicias y ataques aéreos de Turquía, no hay garantía de seguridad. Hay muchos factores que hacen que la región sea inestable.

Las organizaciones de ayuda internacional siempre hablan de la reconstrucción de Sinyar, pero de hecho, la única zona que reconstruyen es la que está cerca de la montañas en el Norte. En el Sur, no pasa nada. No hay ni agua potable, ni electricidad, ni alojamiento. ¿Dónde volverían? Las organizaciones humanitarias pagan a los yazidís para que regresen a Sinyar pero yo no creo que sea seguro y no aconsejo a mi pueblo de volver ahora, argumenta Ibrahim a El Periódico.

Los 360.000 desplazados yazidís, según la especialista, podrían echar raíces alrededor de los campamentos, cerca de la ciudad de Dohuk, en el Kurdistán iraquí. Ya que la situación en Sinyar no mejora, los campamentos podrían transformarse en ciudades. La gente podría optar por reconstruir su vida hasta que un día sea posible volver. También hay muchas personas que no quieren regresar a Sinyar a causa de sus vivencias horribles.

UN TRAUMA "INMENSO"

De los 6.417 secuestrados, las mujeres se convirtieron en esclavas sexuales y los niños eran drogados para integrarse en el Ejército. Pari Ibrahim constata que las atrocidades que cometió el EI en la población yazidí han generado traumas profundos.

El trauma del pueblo yazidí en general es inmenso, y el trauma de las mujeres que han escapado de la cautividad aun más. Tienen muchos pensamientos suicidas. La comunidad internacional tiene que entender la severidad de lo que están viviendo los yazidís, estamos hablando de supervivientes de un genocidio, argumenta Ibrahim que añade: Si este trauma no se trata, la próxima generación sufrirá enormemente. Por lo tanto, hacemos todo lo posible para que tengan acceso a tratamientos psicológicos.

La experta relata que el equipo de tratamiento de la organización está sobrecargado: Todavía hay cientos de miles de yazidis traumatizados, pero hemos visto muchos progresos, y nuestro equipo ya ha hecho un trabajo increíble.

CERCA DE 3.000 YAZIDÍS TODAVÍA EN MANOS DE EL

Un total de 2.930 yazidís todavía estaban en cautividad o desaparecidos en julio del 2019, según las cifras oficiales iraquís. Es muy difícil para los yazidís rehacerse cuando falta una parte importante de su población. Hay mucho que hacer, especialmente porque la gente no ve justicia y todavía no ha recuperado a miembros de su familia. Cada vez que un superviviente regresa, los yazidís tienen esperanza en que sea alguien de su familia. Cuando se dan cuenta de que no lo es, regresan a su estado mental de origen, detalla Ibrahim.

Hemos escuchado muchas cosas sobre el hecho de que los cautivos hubieran sido desplazados a Turquía u otros países, el problema es que falta un trabajo real de búsqueda de las personas desaparecidas, añade.

REHACERSE CON SEGURIDAD

Vivir en un lugar seguro y estable es indispensable para poder rehacerse. Pari Ibrahim lamenta que no haya más proyectos de relocalización en otros países: algunos han podido relocalizarse en Canadá, Alemania, Francia, Australia. Tienen acceso a tratamientos de trauma y pueden ir a la escuela. Pero los proyectos de relocalización no son tan importantes y generalmente han terminado. Es una lástima porque creo que estas personas necesitan una segunda oportunidad y tendría que ser afuera de Irak. Ese país es demasiado inestable y la estabilidad es indispensable para crear seguridad, concluye.