El autoritario presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko, acabó ayer con el foco de la revolución pretendida por la oposición democrática a su régimen sin apenas dejarle comenzar. Las fuerzas antidisturbios desalojaron de la plaza de Octubre de Minsk a varios centenares de manifestantes, acampados en tiendas de campaña en el centro de la capital desde hace varios días en protesta por el "fraude" en las elecciones presidenciales del pasado domingo. En respuesta, la oposición convocó nuevas protestas masivas para hoy.

A las tres de la madrugada, una decena de camiones de la policía rodearon a los manifestantes. Estos se sentaron y formaron una cadena humana. Cuarenta minutos más tarde se inició el asalto. Apenas hizo falta usar la fuerza. Sólo medio centenar de manifestantes opusieron resistencia, por lo que los policías tuvieron que trasladarles uno a uno hasta los camiones con rejas. El resto se entregaron. Al término de la operación, que duró 10 minutos, los detenidos fueron conducidos a una comisaría de la capital bielorrusa.

La policía detuvo a más de 200 activistas, entre ellos a uno de los hijos del líder de la oposición, Alexander Milinkevich, y a varios ciudadanos de Ucrania, Polonia, Georgia y Lituania, entre ellos algunos periodistas.