El expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, acusó al Gobierno de Jair Bolsonaro de querer destruir a Brasil y a su cultura, como en la Alemania nazi, durante un evento en Río de Janeiro.

"Como en la Alemania nazista, quieren destruir Brasil comenzando por la cultura. No lo permitiremos. Vamos a resistir, como ya resistimos a otras pesadillas", aseguró Lula ante miles de seguidores que lo acompañaron en la "cidade maravilhosa".

El exmandatario (2003-2010), quien tuvo que forzar la voz, afectada por una gripe, dijo que mediante la cultura el pueblo brasileño "va a hacer la revolución que necesita" y aseguró que "vamos a volver a gobernar en este país" para recobrar la democracia de Brasil.

LA CULTURA COMO UN DERECHO

En la primera aparición en público en Río de Janeiro, tras permanecer durante 580 días en la cárcel, Lula defendió la cultura como derecho, expresión y riqueza de Brasil y señaló que la actitud que el líder ultraderechista ha tenido durante su Gobierno, es una "venganza" contra quienes gritaron "Ele nao!" (¡Él no!) y siempre se han opuesto a su llegada a la presidencia.

"Es necesario recordar que la censura impuesta por el actual Gobierno no es apenas a la cultura. Es también al conocimiento", precisó el líder progresista de 74 años durante su discurso.

La eliminación del Ministerio de Cultura, la reducción de presupuesto, no solo para programas artísticos sino también para la educación y la ciencia, y la censura a exposiciones, películas y programas de televisión por contenidos "inadecuados", son algunas de las medidas adoptadas por el Gobierno del ultraderechista.

IDEOLOGÍAS DE IZQUIERDAS

De acuerdo con declaraciones de Jair Bolsonaro esta semana, la izquierda ha dominado el pensamiento y las políticas educativas en el país durante los últimos 30 años, algo que según él, debe ser revertido y que se reflejará con sus políticas "dentro de cinco o diez años".

El presidente habló luego de justificar la cancelación de un canal público de televisión educativa porque su programación era "de izquierda" y no tenía audiencia.

Lula llegó al lugar del evento acompañado de la exmandataria Dilma Rousseff (2011-2016), quien criticó políticas del Gobierno Bolsonaro como la privatización de las empresas estatales y la explotación minera que ha traído más deforestación en la Amazonía, al tiempo que dijo que Lula "es la esperanza" para que eso termine.

LA JUSTICIA EN CONTRA DE LULA

En el mitin, el expresidente volvió a culpar al exjuez Sergio Moro, actual ministro de Justicia del Gobierno de Bolsonaro, de orquestar junto con el líder de ultraderecha, "la cuadrilla" que lo puso en la cárcel.

El exmandatario de 74 años salió de prisión el pasado 8 de noviembre después de permanecer durante año y medio en la cárcel, tras una decisión de la Corte Suprema de Justicia que determinó que la prisión de una persona condenada antes de que se agoten todos los recursos es inconstitucional.

Lula estaba tras las rejas desde el 7 de abril de 2018, cuando comenzó a cumplir una pena de ocho años y diez meses por corrupción al ser condenado en tercera instancia, acusado de recibir a manera de soborno un apartamento de playa de la constructora OAS a cambio de beneficios para la adjudicación de contratos con Petrobras.

SOSTIENE SU INOCENCIA

Además de esa condena, el expresidente tiene otra condena por corrupción y lavado de dinero en un proceso similar, también relacionado con las irregularidades que envolvieron a la estatal petrolera Petrobras y que fueron reveladas por la Lava Jato, la mayor operación anticorrupción en la historia de Brasil.

El exmandatario siempre ha manifestado su inocencia y ha insistido en que su prisión se debió a motivos políticos para asegurar el triunfo del ultraderechista Bolsonaro. A pesar de estar libre por decisión de la Justicia, un proyecto de ley que tramita actualmente en el Congreso y que propone precisamente ejecutar una condena una vez sea ratificada en segunda instancia puede devolverle a prisión.

El texto ya ha recibido una primera aprobación en la Comisión de Constitución y Justicia del Senado, aunque para su promulgación final todavía tiene por delante un largo trámite en ambas cámaras legislativas. De este modo, según cálculos del propio Parlamento, una eventual aprobación definitiva solamente podría darse ya entrado el segundo semestre del año próximo.