Hoy no tenemos ni siquiera derechos animales. Porque comer no es sólo un derecho humano, es un derecho de cualquier bicho y eso es lo que estamos tratando de asegurar". Las palabras del sacerdote Frei Betto, coordinador de Movilización del plan Hambre Cero, marcaron ayer el tono, entre la épica y la urgencia, de la ambiciosa iniciativa del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Con ella aspira a asegurar, en cuatro años, tres comidas diarias a 54 millones de personas que están por debajo de la línea de pobreza.

Los primeros laboratorios del programa se pusieron en marcha al comienzo de la semana en Guaribas y Acauá, en la semiárida región de Piauí donde se concentran los mayores bolsas de miseria del país, según las mediciones de la ONU. "Levanten las manos, miren al cielo y juren: asumo el compromiso de que saldré de la pobreza", pidió, casi de manera religiosa, el gobernado de Piauí, Wellington Dias, del Partido de los Trabajadores (PT), a las casi 5.000 personas que lo esperaron en la plaza, junto a cuatro ministros de Lula, entre ellos el de Emergencia Alimentaria, José Graciano, y de Integración Nacional, Ciro Gomes.

La economía de Guaribas gira en torno a la producción de alubias y mandioca. Casi no conocen las frutas ni las verduras. El 40% de los niños menores de cinco años están desnutridos. El "Plan piloto" consiste en la entrega, a partir del próximo día 20 de febrero, de un crédito mensual de 13 euros (2.163 pesetas) a 716 familias para comprar alimentos. Además, se empezó un curso de lectura y escritura para 300 jóvenes y adultos que, por su condición de analfabetos, ni siquiera están en condiciones de tramitar sus beneficios.

ESCASEZ DE AGUA

También se proponen construir casas y cisternas para almacenar agua, cuya escasez provoca estragos. Las mujeres caminan diariamente seis kilómetros con un cubo en la cabeza para abastecer sus casas. En tiempos de sequía, entre abril y octubre, la búsqueda se torna más desesperante.

El plan Hambre Cero es una de las grandes apuestas del Gobierno en un año marcado por la austeridad presupuestaria. Para comenzar a ganarla, Lula contará este año con el equivalente de unos 1.400 millones de euros (233.000 millones de pesetas), de los cuales 500 millones son recursos propios y el resto procede de programas financiados por el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y la ONU.

SEGURIDAD ALIMENTARIA

El plan para el periodo 2004-2008 deberá ser evaluado por el Congreso. Su ejecución queda a cargo del Consejo de Seguridad Alimentaria (Consea) y la Secretaría Nacional de Seguridad Alimentaria.

El clima político para el lanzamiento de Hambre Cero no puede ser mejor. A un mes y cuatro días de haber asumido el poder, Lula tiene, según una encuesta, el apoyo del 84% de los brasileños. El presidente fue objeto el pasado lunes de un honor que poco tiempo atrás hubiera parecido política ficción: fue condecorado por las Fuerzas Armadas.

Aprovechando su alto nivel de aceptación, Lula recordó que "la lucha contra el hambre es un paso fundamental para la superación de la miseria, de la pobreza, de la falta de oportunidades y de la desigualdad social".