El movimiento obrero argentino realiza este martes su cuarta huelga general contra la política económica y social del Gobierno. El presidente Mauricio Macri medirá su alcance desde Nueva York, donde participará en la Asamblea de Naciones Unidas donde fundamentalmente encabezará los ruegos ante Estados Unidos y la comunidad financiera para que presten la ayuda necesaria y eviten que el país vuelva a caer en una suspensión de pagos de su deuda externa.

Macri ha obrado el milagro de hacer confluir a las facciones irreconciliables del movimiento sindical: los peronistas y la izquierda. La unión nace del rechazo que provocan los efectos del giro neoliberal en la economía desde diciembre de 2015 y el último acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), por el cual las autoridades se han comprometido a alcanzar un déficit cero del gasto público. Para lograr esa meta, el Gobierno ha pulverizado los ministerios de Cultura, Salud, Trabajo y Ciencia.

CORTES DE CARRETERAS

Los sectores más duros del sindicalismo decidieron iniciar la protesta el mismo lunes con cortes de acceso a la ciudad de Buenos Aires, suspensión del servicio de transporte y actos relámpago. También se realizó una masiva concentración en el centro de la ciudad de Buenos Aires que, según los organizadores, reunió a medio millón de personas. La Confederación General del Trabajo (CGT) estima que la medida de fuerza de este martes tendrá un impacto político inclusive superior al plegarse el transporte terrestre y aéreo.

"Las fuerzas federales van a garantizar la circulación. Toda la gente que quiera ir a trabajar va a poder hacerlo. Un país que para, va a para atrás y no para adelante", dijo la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. El Gobierno de derechas asegura que la huelga tiene propósitos que van más allá de las reivindicaciones de mejoras económicas. "Hablan de intenciones desestabilizantes cuando los que reaccionan son los trabajadores, pero nunca dicen nada cuando actúan los sectores poderosos", dijo el dirigente del sindicato bancario, Sergio Palazzo.

DETERIORO GENERAL

La nueva protesta tiene lugar en el peor momento de la gestión de Macri. Con excepción de Venezuela, Argentina produjo en 2018 la mayor devaluación monetaria del mundo, superior al 100%, contra el 73,9% de Turquía, 26,8% de Brasil y el 15,6% de Rusia. Seis de cada 10 argentinos creen que la pobreza se ha agravado

El presidente perdió este año 20 puntos de popularidad y se encuentra en el 35%, de acuerdo con la consultora Rouvier & Asociados. Los números de la economía explican las razones del descontento. La actividad económica de junio se desplomó 6,7% . La agencia de calificación estadounidense Fitch Ratings proyectó una caída del PIB del 2,5% en 2018 y un 2019 de mayor gravedad.

Solo este año el salario ya perdió un 10% de su capacidad de compra. Las tarifas de la luz, el gas, el agua y el transporte públicos se incrementaron entre 300% y 1000%. El paro, según los datos más benévolos, llegó al 9,6%, la cifra más alta de los últimos 10 años. El PIB per cápita será a fines de este año equivalente al de 2008, cuando el país quedó expuesto a la crisis financiera internacional.

Macri ganó las elecciones por dos puntos con dos promesas como estandarte: terminar con la inflación y lograr la quimérica 'pobreza cero'. Argentina cerrará el año con una inflación cercana del 50% como consecuencia del hundimiento del peso. Cuando están por cumplirse tres años de su victoria electoral, la brecha que separa a los sectores con mayores recursos de los más postergados de la sociedad argentina subió un 20%. La parte más pudiente vio crecer su renta en más del 170%.

OTRA VENEZUELA

Otra de las claves que permitieron el triunfo en las urnas del macrismo tuvo que ver con la advertencia a la sociedad de que el país se encaminaba a convertirse en una nueva Venezuela si no cambiaba su hoja de ruta. "No fuimos Venezuela, fuimos Argentina", se lamentó el analista político Eduardo Fidanza en las páginas del diario La Nación. En 2016 veía con buenos ojos el cambio político. Tres años después, Fidanza reconoce la existencia de “una nueva crisis de indisimulable dureza” con un carácter de 'déjà vu'.

En este contexto, y con Macri en EEUU, el FMI acordó sumar 5000 millones de dólares a los 50.000 ya pactados con Argentina para evitar el naufragio económico. La prueba de fuego de ese pacto será la aprobación del presupuesto de 2119 por parte del Congreso. La oposición se muestra reticente a hacerlo. Desde Nueva York, el presidente cree que sus posibilidades de ser reelegido en el 2019 siguen intactas: "Estoy listo para competir".