El ministro de Hacienda argentino, Nicolás Dujovne, se encuentra en EEUU negociando un doloroso rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI) que aleje a Argentina de las aguas turbulentas. Dujovne lo llamó «financiamiento preventivo para dotar de estabilidad al mercado». A lo largo de su campaña electoral y durante los dos primeros años de gestión, el presidente Mauricio Macri y su equipo económico negaron la posibilidad de volver bajo la tutela del organismo multilateral como en otros momentos amargos de la historia de este país.

El hundimiento del peso, la fuga de capitales y la inflación desatada se encargaron de corregir el horizonte. «Era el FMI o una crisis mayor», aseguró La Nación.

Se estima que el Gobierno recibirá unos 30.000 millones de dólares (25.300 millones de euros) cuando terminen las conversaciones con el FMI. El macrismo trató de convertir en una victoria el fracaso de la estrategia para contener el precio del dólar, que ayer seguía en alza.

Se señaló que Argentina accederá al dinero con una tasa de interés del 4% en lugar del 7% que se pactó en los mercados internacionales para endeudarse por 132.000 millones de dólares en estos dos años. Esa suma se utilizó para llenar el agujero que dejó en el fisco la sustancial rebaja de impuestos al campo, las mineras y las grandes fortunas así como para financiar en los hechos la especulación financiera: los inversores adquieren un bono en pesos argentinos a corto plazo, los lebacs, con tasas que han superado el 40%. Una vez que reciben sus dividendos, vuelven a comprar dólares y se van del país.