Ha sido la sorpresa de la cumbre del G-7 que reúne en Biarritz hasta hoy a las grandes potencias occidentales. La inesperada llegada, ayer, del ministro iraní de Asuntos Exteriores, Mohamed Javad Zarif, a la localidad costera francesa supone un tanto diplomático para Emmanuel Macron, que lleva meses intentando desbloquear el dosier del programa nuclear iraní.

La alerta saltó cuando la web FlighRadar24.com detectó el aterrizaje de un avión oficial iraní en el aeropuerto de Biarritz poco antes de las 14 horas. La web precisaba que ese aparato había estado los últimos días por varias capitales europeas, entre ellas Oslo, Helsinki, Estocolmo y París.

Poco después el Elíseo confirmaba la presencia de Zarif, que no participó en la cumbre, sino en un encuentro bilateral con su homólogo francés, Jean Yves Le Drian, al que luego se sumó el propio Macron y su ministro de Economía, Bruno Le Maire.

«El camino es difícil, pero merece la pena intentarlo», tuiteó Zarif junto a una foto de la reunión. No estaba previsto ningún contacto con la delegación estadounidense, según fuentes diplomáticas francesas, y el jefe de la diplomacia iraní abandonó Biarritz al término del encuentro.

RETIRADA UNILATERAL / El presidente de EEUU, Donald Trump, estaba al tanto de la llegada de Zarif porque el propio Macron abordó el tema durante el almuerzo que ambos celebraron el sábado. La presidencia francesa precisó que el ministro iraní fue invitado de común acuerdo con EEUU y que las discusiones de ayer fueron «positivas y van a continuar».

Estados Unidos se retiró unilateralmente en el 2018 del acuerdo nuclear firmado tres años antes por Irán, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania tras años de ardua negociación. El acuerdo nuclear fue uno de los mayores logros diplomáticos de Barack Obama, pero su sucesor en la Casa Blanca no lo consideraba equilibrado.

Al retirarse y reintroducir las duras sanciones que estrangulan la economía del país prohibiendo la venta de petróleo, Trump abrió la caja de los truenos. Teherán ha empezado a desvincularse de los compromisos e iniciado el proceso de enriquecimiento de uranio.

Washington insiste en que el acuerdo tiene que renegociarse para incluir la cuestión de los misiles balísticos y la política exterior de Irán, país clave para garantizar la estabilidad en el polvorín de Oriente Próximo. Francia y la mayoría de los países firmantes creen que el acuerdo puede completarse, pero EEUU quiere borrarlo de un plumazo y presionar a Teherán para redactar un nuevo texto.

Lo que intenta Macron, que el viernes ya recibió a Zarif en el Elíseo, es el inicio de un deshielo, una pausa en la espiral de tensión, crear las condiciones para una desescalada y convencer a Irán de volver a respetar el acuerdo para luego hablar de cuestiones regionales y del programa balístico. «Ningún miembro del G-7 quiere que Irán obtenga el arma nuclear y todos están profundamente comprometidos con la estabilidad y la paz en la región, así que no quieren hacer nada que las comprometa», declaró ayer el presidente francés.

ACUERDO POR EL AMAZONAS / Macron se vio obligado igualmente a aclarar que el G-7 no le ha dado ningún mandato formal para negociar con Teherán, tras el pequeño jaleo que se montó al trascender que se le había encargado tal cometido. En el resumen que hizo sobre el curso de las discusiones en la primera jornada de trabajo, Macron destacó que los miembros del G-7 están cerca de cerrar un acuerdo para ayudar «técnica y financieramente» a los países golpeados por el fuego que arrasa la selva amazónica.

También adelantó el mandatario gabacho que le ha propuesto a Trump un compromiso sobre la tasa del 3% que el Parlamento francés acordó aplicar a las empresas tecnológicas, las llamadas GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple). La iniciativa desató la furia de Trump, que amenazó con subir los aranceles al vino francés. Según explicó Macron, Francia podría abandonar la idea si se aplica un impuesto a todas las multinacionales de manera bilateral, sin esperar al acuerdo multilateral de la OCDE. El tema está pues en manos de los ministros de Finanzas de los dos países.

Por otro lado, durante la cena informal que celebraron los líderes el sábado se habló del eventual regreso de Rusia al G-8. Todos están de acuerdo en reforzar el diálogo con Moscú, pero ven prematura su vuelta.