El verano no ha sido bueno para Emmanuel Macron. El presidente francés se ha dejado 12 puntos de popularidad durante el periodo estival y afronta el nuevo curso político en posición de debilidad. Según reveló ayer el barómetro de Odoxa elaborado para el semanario L’Express y la emisora France Inter, siete de cada diez franceses (71%) creen que el actual inquilino del Elíseo no es un buen presidente. Si sigue así, le arrebatará el título a François Hollande, que batió todos los récords de impopularidad de la Quinta República.

Paradójicamente, Macron quiso distanciarse de su antecesor en el estilo de ejercer una función que en Francia es casi monárquica. Lo logró al inicio de su mandato. Sin embargo, el capital de confianza que le dieron los franceses en mayo del 2017 se ha esfumado al calor del escándalo Benalla, el antiguo jefe de seguridad del presidente que golpeó a unos manifestantes el Primero de Mayo haciéndose pasar por policía.

La República ejemplar que prometió Macron siendo candidato se vino abajo y la crisis abierta en el Elíseo solo ha amainado pero no se ha apagado. Benalla deberá comparecer en el Senado.

Ayer trascendió que Benalla no acudirá a la Cámara baja mientras dure la fase de instrucción del sumario judicial, Laurente Franck Liénard. Al presidente tampoco le sonríen los datos macroeconómicos que auguran un menor crecimiento del PIB francés, una inflación al alza y un estancamiento en los niveles de paro. La espantada del ministro más popular del Gabinete, el ecologista Nicolas Hulot, la impaciencia de sus conciudadanos y alguna salida de tono del propio Macron se han encargado de hacer el resto.

Los sondeos indican que Macron cede terreno en todos los sectores de la opinión pública. También entre los simpatizantes de su formación política, La Republica en Marcha (LREM), grupo en el que pierde 7 puntos. ¿Y si Emmanuel Macron fuera como los otros presidentes?, se preguntaba el lunes Le Monde en un artículo titulado Macron, un presidente cada vez más normal.

Quien se concibió a sí mismo como un presidente jupiterino, un monarca republicano, solemne y más próximo a Charles de Gaulle o François Mitterrand que a Sarkozy o a François Hollande ha tropezado con la dura realidad. Y la oposición se frota las manos para torpedear la nueva salva de reformas que prepara: revisión constitucional, las pensiones, prestaciones por desempleo, etc.