Un delgado y tal vez fugaz soplo de sentido común se sintió en Venezuela después de que el Gobierno y la facción opositora que encabeza el diputado Juan Guaidó acordaran sumar fuerzas en la lucha contra el covid-19, que ha matado a 20 personas e infectado a cerca de 2.000. El entendimiento lleva la firma del ministro de Salud, Carlos Alvarado, y Julio Castro, a cargo del equipo epidemiológico de Guaidó, al que EEUU y otros 54 gobiernos reconocen como «presidente encargado» de Venezuela.

Las dos partes respondieron a un llamamiento de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), a cargo de gestionar los fondos recolectados en el exterior para resolver las carencias sanitarias de un país cuya economía se derrumbará este año un 25% y no encuentra la manera de superar el conflicto político que se remonta al 2013.

Cuando comenzó la cuarentena, Maduro pidió sin suerte al FMI un crédito de 4.500 millones de dólares para afrontar la crisis sanitaria. En medio de un continuo empobrecimiento y dificultades en la infraestructura hospitalaria, el Gobierno ha recibido no obstante el respaldo médico chino y cubano.

En este contexto se conoció este acercamiento. El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, celebró el paso dado por las partes. «Deben constituir sobre esta base para continuar buscando terreno común para superar la enquistada crisis del país», dijo.