El Gobierno de Irak ha recibido con satisfacción el calendario de retirada de las tropas de EEUU, anunciado el viernes por el presidente Barack Obama y que prevé la salida de los últimos soldados estadounidenses del país árabe a finales del 2011. La decisión refuerza la figura del primer ministro, el chií Nuri al Maliki, y desarma a aquellos grupos que llevaban años exigiendo una fecha para el repliegue, como el del clérigo radical Moktada al Sadr.

El anuncio de Obama ha sido posible gracias, en parte, al éxito del plan militar puesto en marcha hace dos años por el secretario de Defensa, Robert Gates, y que ha reducido la violencia. La estrategia ha consistido en más tropas, negociar con los grupos sunís de la resistencia una alianza para combatir juntos a los terroristas de Al Qaeda, y cerrar filas con Maliki para contrarrestar la fuerza de los extremistas chiís de Sadr. Para Maliki, el avance en la pacificación de Irak también se debe a la gestión de su Gobierno de coalición y a la eficacia de las fuerzas de seguridad iraquís.

En EEUU, mientras el partido republicano aplaude el anuncio, y solo ha exigido reconocer a George Bush que él impulsó la actual estrategia, en el Partido Demócrata, muchas voces expresaron su decepción. "No puedes dejar tropas en un país extranjero para llevar a cabo operaciones de combate y llamar a eso el fin de la guerra", dijo el congresista Dennis Kucinich.