La decisión del Tribunal Constitucional alemán de liberar a un ciudadano de origen sirio, supuesto miembro de Al Qaeda reclamado por la justicia española, es un estrepitoso fracaso para los planes antiterroristas que culminaron con la adopción de una euroorden a la que se atribuyeron efectos taumatúrgicos. La Constitución alemana tuvo en cuenta la historia del nazismo y es muy restrictiva para dirimir la dicotomía entre libertad y seguridad, base de la democracia. Pero es únicamente esta cuestión la que divide a los líderes europeos. El otro dilema concierne a las vacilaciones en la condena del crimen al margen de la situación social e histórica de sus autores. No menos relevantes son las circunstancias de cada país, su inclinación a la resistencia o el apaciguamiento.

Los europeos no sucumbimos ante el pánico, pero si no acertamos con las medidas, se augura un futuro reaccionario alimentado por el desasosiego de los instalados ante el asalto de los nuevos bárbaros.

*Periodista e historiador.