La circular enviada por el comandante supremo de la OTAN, el general norteamericano John Craddock, a los generales responsables de la misión de Afganistán para atacar y matar a los narcotraficantes y destruir sus instalaciones, aunque no haya pruebas de sus vínculos con los grupos insurgentes y talibanes, ha desatado una viva polémica interna en el seno de la Alianza Atlántica.

Tanto el general alemán Egon Ramms, responsable de la misión de Afganistán desde Europa, como el general norteamericano David Mckiernan, responsable de las fuerzas desplegadas sobre el terreno, rechazaron seguir esas instrucciones porque violaban el mandato de la fuerza pacificación (ISAF) y el derecho internacional, según pública el semanario alemán Der Spiegel. Ambos generales argumentaron que el ataque militar a los narcotraficantes incrementará el número de víctimas civiles afganas muertas por las tropas de la OTAN y acentuará el creciente rechazo de la población hacia las fuerzas internacionales. La OTAN aseguró ayer que la misiva de Craddock, un general muy próximo al expresidente George Bush, no era una orden, sino una "guía".