Bashar el Asad, según su aparato de propaganda, se ha levantado tranquilo esta mañana de sábado. Como siempre, se ha vestido, ha agarrado su maleta y ha ido, como cualquier otro día, al palacio presidencial de Damasco. «Buenos días, gente resistente. Las almas de Dios no serán humilladas», ha dicho en un tuit.

La capital siria, aunque Asad quiera mostrar que nada ha pasado, se ha levantado bastante antes. Eran las cinco de la madrugada y, desde las mezquitas, como cada día, empezaba a sonar la primera de las cinco llamadas a la oración.

Entonces, desde el cielo, ha bajado el esperado y mil veces anunciado ataque estadounidense. Ha durado cincuenta minutos, en los que, según el Pentágono, han sido lanzados más de 100 proyectiles, que han destruido un centro de investigación científica en Damasco y dos centrales de almacenaje de gas sarín en los alrededores de Homs.

«Nuestros sistemas de defensa han confrontado la agresión americana, británica y francesa contra el pueblo sirio. Hemos derribado 13 misiles», ha asegurado, este sábado, la agencia estatal de noticias siria, SANA, que ha hablado del ataque como una violación de la ley internacional y ha asegurado que, a causa de la acción, solo tres personas han resultado heridas.

Sin muertos

No ha muerto nadie. Justo antes del ataque, Estados Unidos ha avisado a Rusia. Y Moscú ha pasado el mensaje. «Nos han avisado minutos antes. Además, todas las bases militares habían sido evacuadas hace unos días», ha explicado un oficial del gobierno sirio a la agencia Reuters.

Esta mañana, ya con el sol en alto, varios cientos de personas se han manifestado en el centro de Damasco en contra de los ataques. Los manifestantes alzaban los dedos en señal de victoria, hacían sonar las bocinas y blandían retratos de Asad y las banderas siria, rusa y iraní. «Somos tus hombres, Bashar», gritaban. Es gracias a Rusia e Irán que el régimen de Asad, después de siete años de guerra, aún sigue en pie.

Y eso, aunque Damasco, ha confirmado Naciones Unidas, haya atacado con armas químicas a la población civil en, al menos, 27 ocasiones. La última vez, de confirmarse la autoría de Asad, habría sido el fin de semana pasado: unas 80 personas murieron intoxicadas en la ciudad de Duma, antes en manos rebeldes y, hace dos días, capturada por el Ejército de Asad. El ataque de EEUU, Francia y Gran Bretaña de este sábado, de hecho, es en respuesta a ese suceso.

«Declaro sin tapujos —ha dicho este sábado por la mañana el ayatolá iraní, Ali Jameneí—, que el presidente estadounidense, el presidente francés y la primera ministra británica son criminales. Han cometido un crimen». Según los aliados de Asad, el ataque químico sobre Guta fue una fabricación. Rusia, de hecho, este viernes, acusó al Reino Unido de inventárselo.

«Irán se opone al uso de las armas químicas. Pero también nos oponemos y condenamos la manipulación y la fabricación de excusas con la finalidad de invadir un país independiente», ha dicho Jameneí. Este sábado, la misión de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) llega a Duma para investigar el suceso.

Turquía celebra el ataque

Los estados aliados de la OTAN, esta mañana, se han apresurado a celebrar el ataque contra Asad, que, según Trump, ha cumplido con su objetivo y no tendrá más continuación. También lo ha hecho Turquía, cuyo papel, en Siria, es complicado.

Ankara apoya a la oposición siria y desea que Asad sea depuesto. Pero, a la vez, por sus malas relaciones con los EEUU y la Unión Europea, ha estrechado lazos con Rusia e Irán. El papel turco, en estos últimos meses, ha consistido en un juego de equilibrios para no enemistarse con nadie.

Este sábado, sin embargo, han jaleado el ataque contra Asad. «Damos la bienvenida a esta operación. Habría sido impensable no reaccionar ante el régimen sirio, que lleva subyugando a su propia población ya sea con armas convencionales o químicas y tiene un historial demostrado de crímenes de guerra y de lesa humanidad», ha publicado, en un comunicado, el Ministerio de Defensa turco.