Tras cuatro años sin su hijo, la familia de Gilad Shalit, el soldado israelí que está en manos de los islamistas de Hamás en Gaza, se cansó de las buenas palabras y lanzó un órdago: una marcha de 12 días desde el norte del país a Jerusalén, donde llegaron ayer, para pedir que sea canjeado por mil presos palestinos. Durante la travesía se les unieron 200.000 personas.

La penúltima parada fue en el parque de la independencia, donde ayer se reunieron unas 15.000 personas. "El regreso de Guilad reforzará la confianza de nuestros luchadores. No renunciaremos a Guilad y no permitiremos que renunciéis a él", dijo la madre del soldado, Aviva Shalit. La familia y los amigos del soldado acamparon frente a la oficina del primer ministro, Binyamin Netanyahu, donde permanecerán hasta que el soldado se liberado.