"Es tanta la tiranía, es tanta la indignación", cantan media docena de chavales a ritmo de son, acompañándose con jaranas y requintos --guitarricos que ellos mismos labran de los cedros--, y hasta con una quijada de burro rascada con un cuerno de corzo. Le cantan al subcomandante Marcos. Son Los Cojolites, el más famoso grupo de Son Jarocho, encumbrado con un Oscar por su participación en la película Frida.

Han pintado un gran "¡Viva Zapata!" en la entrada del Centro de Documentación de Son Jarocho y un mural rojo con una estrella negra, una máscara y unos ojos. El recoleto patio reúne a los marginados del trópico petrolero bajo los árboles olorosos, entre una cantarina muestra de la fauna local y voces que corean los cantos de amor y rebeldía que los cañeros de azúcar heredaron del flamenco y de los ritmos indígenas y africanos.

Un grupo de connotados miembros del viejo Partido Revolucionario Institucional (PRI) se planta en la calle y le grita a Marcos entre eructos alcohólicos: "¡Quítate la máscara, güey!" El fandango --como los soneros denominan a sus encuentros-- acaba por opacar y ahuyentar a "los representantes de los caciques". Las calles de Jáltipan son muy anchas desde que hubo que reconstruir el pueblo tras un terremoto. Pero los dramas familiares producto del boom petrolero y su caída han sembrado de miradas aviesas las avenidas.

Cuando las cifras electorales salían de manos del Gobierno priísta de turno, Veracruz era el estado que marcaba los resultados de las presidenciales. Este, el estado más diverso de México, mantiene aún los cacicazgos, favoritismos y prebendas que, en las últimas elecciones, elevaron de nuevo como gobernador al candidato del PRI.

Plataforma alternativa

Estos días, Veracruz es pasto político. A modo de "vanguardia del Ejército Zapatista", pero también de los candidatos en campaña, llega el Delegado Zero, Marcos, procedente de Yucatán, en su gira por todo el país, para crear una plataforma política alternativa. En los próximos días, llegarán a las mismas plazas los aspirantes a presidir el país.

"Mi subcomandante, con todos los respetos, como usted dice que viene a oír, ahora se chinga, como decimos aquí". Mucha gente toma la palabra: los dramas afloran bajo los plátanos y las ceibas. Marcos dibuja lo que parecen faldas, pero toma nota sin parar. Más organizaciones indígenas y campesinas, muchos viejos y mujeres a título individual, pero también muchos jóvenes como Los Cojolites, van engrosando la lista de "los de abajo a la izquierda". Los que aquí se dicen "de la tierra roja donde se asoman ojos de lágrimas grises", aquélla en que los olmecas crearon la primera organización social del continente americano y la cultura madre de Mesoamérica, con el maíz, el chile y el frijol... y el chocolate.

"No sólo en Chiapas hay hambre". "Con mentira y muerte habla el poderoso". "Nos han ido quitando el agua, los manantiales". "Nos estamos envenenando de agroquímicos". "Vivimos la devastación sistemática de la naturaleza, pero también de nuestra cultura". En Cosoleacaque, en Jáltipan, en Catemaco, los portavoces de las organizaciones de resistencia popular e innumerables ciudadanos de tercera denuncian "el analfabetismo, la desnutrición, la corrupción y la mentira de los políticos".

En cajas de muertos

Una señora estalla: "Fox presume los logros del Gobierno del cambio: el cambio fue aquí para el alcalde, que tuvo dos mujeres y cuatro casas. Ese fue el cambio". Un anciano recuerda a los sin papeles: "Se van a buscar chamba trabajo en lenguaje coloquial y vuelven en cajas de muertos". Ya no siembran ni el tradicional maíz, porque en esa labor "se gasta más de lo que se gana". No pueden pagar los "abusivos recibos de la luz", y se la roban, ya que "la lucha es cada vez más grande".

Son horas de historias macondianas en cada pueblo. Al final, Marcos aparta la pipa y responde con esperanzas. "Vamos a cambiar, no el Gobierno, sino el país". "No estamos preparando un levantamiento armado, sino algo más grande".

Indígenas, labriegos, petroleros se unen en coro a la canción que entonan Los Cojolites: "Yo fui a la revolución, yo fui, para sentir sobre mi pecho una gran satisfacción".