Los partidos políticos y los estudiantes, punta de lanza de la dividida oposición de Venezuela, cerraron ayer con una gigantesca marcha en la avenida Bolívar la campaña por el no, cara al referendo del domingo sobre la reforma constitucional propuesta por el presidente, Hugo Chávez, y sancionada por la parlamentaria Asamblea Nacional, camino al socialismo del siglo XXI. El alcalde del distrito caraqueño de Chacao, Leopoldo López cree que "Venezuela eligirá entre dos países: el del socialismo autoritario y el de la democracia".

La céntrica avenida Bolívar se llenó de manifestantes con banderas tricolores venezolanas y camisetas con el no, la mayoría blancas o azules, pero también rojas, que hasta ahora eran patrimonio de los chavistas. "¿Qué queremos? La libertad", fue el grito más coreado, entre otras consignas contra "el socialismo a la cubana", la "imposición" y la "opinión única". "Este movimiento es el auténtico poder popular", resaltó en su arenga el dirigente comunal Rafael Sierra, uno de los oradores en el acto.

TENSION LATENTE Ante la posibilidad de la reelección indefinida del presidente, que la oposición presenta como el más temible de los cambios en la Constitución Bolivariana, Venezuela se muestra radicalmente partida, con una tensión latente tanto en la calle como en el seno de las familias divididas por la política. El no ha ido subiendo en las encuestas y, a pesar de que las más fiables siguen apuntando a un triunfo del sí, muchos prevén que la disputa sobre la legitimidad de las reformas continuará después del referendo.

El militar Joel Acosta, que hace 15 años participó en el cuartelazo dirigido y rendido por Chávez, señaló ayer desde Brasil que no descarta que sectores del Ejército se alcen contra la reforma constitucional, ya que, dijo, "las Fuerzas Armadas están integradas por personas del pueblo y el pueblo venezolano hoy está dividido". En opinión de Acosta, que en 1992 era uno de los hombres de confianza del ahora presidente, "el chavismo es una aberración del movimiento bolivariano" y está basado exclusivamente en el "culto a la personalidad" del mandatario.

El propio Chávez ha venido advirtiendo estos últimos días de que la situación puede complicarse el mismo domingo. Ayer, afirmó: "Tenemos suficientes pruebas de que nuestros adversarios, teledirigidos por el imperio estadounidense, desconocerán el triunfo y tienen un plan para ejecutar acciones violentas tan pronto se anuncien los resultados". Chávez es consciente de que afronta su desafío electoral más complicado y de que se enfrenta a una oposición hecha trizas y a muchos desilusionados.

El presidente reconoce que ha sufrido "nuevas y dolorosas traiciones al movimiento revolucionario". No le afectó tanto la de su mujer, Marisabel, abanderada del no, como la de Raúl Baduel, exministro de Defensa y general retirado que jugó un papel decisivo para restituirlo en el poder en abril del 2002, tras su derrocamiento por un grupo de oficiales en connivencia con los sectores políticos, empresariales y sindicales de la oposición. Para Baduel, la reforma constitucional "arrebata al pueblo el poder constituyente y pone a las Fuerzas Armadas al servicio de un proyecto político".

CONTRAPUNTO EN LA TV También el partido Movimiento por la Democracia Social (Podemos), se pasó en bloque a la oposición. Su dirigente, Ismael García, debutó incluso como presentador de un programa de televisión, Aló, Venezuela, que pretende ser contrapunto de Aló, presidente, el maratoniano programa dominical de Chávez.

Los chavistas cerrarán hoy la campaña por el en la avenida Bolívar, junto al palacio presidencial de Miraflores.