Han pasado diez meses desde la derrota de Marine Le Pen en las elecciones presidenciales francesas y la líder del Frente Nacional llega al Congreso que el partido celebra este fin de semana en Lille debilitada y con un liderazgo más que cuestionado en sus propias filas. A pesar del récord histórico logrado al alcanzar casi 11 millones de votos y seis diputados en la Asamblea Nacional, los militantes no han digerido el fracaso y arrecian las dudas sobre la capacidad de Le Pen para llegar algún día al Elíseo.

El cónclave que arranca este fin de semana en un ambiente de profunda crisis, reelegirá a Marine Le Pen al frente del partido -no hay más candidatos al puesto que ocupa desde el 2011- aprobará nuevos estatutos y renovará algunos cargos de su organigrama. Steve Bannon, el polémico exasesor del presidente estadounidense, Donald Trump, que siempre ha manifestado su simpatía con el partido de Le Pen, fue ayer la estrella de la apertura del congreso.

Todo apunta a que se trata de una operación de márketing y ni siquiera hay consenso sobre la necesidad de rebautizar el partido fundado en 1972 por Jean Marie Le Pen, que ha caldeado el Congreso con la publicación del primer tomo de sus memorias en las que dedica a su hija unas líneas. «Marine me da lástima», ha dicho el patriarca, que considera un «suicidio político» eliminar la marca original. Sin embargo, Marine está decidida a eliminar la palabra «frente» para «transformar definitivamente a ojos de los franceses este partido de oposición en partido de gobierno», según ha explicado en Le Figaro.