La ruptura de las relaciones diplomáticas entre Marruecos e Irán es el final de una crónica anunciada. Desde hacía meses, políticos, asociaciones y medios de comunicación venían denunciando la expansión en Marruecos del movimiento chií, de inspiración iraní. La lenta pero imparable penetración de esta corriente del islam, considerada herética por los sunís, ha encolerizado a los ulemas (doctores del Islam), que han instado a las autoridades marroquís a poner freno de una vez a la expansión del chiísmo en el reino alauí.

Las críticas de Irán contra Marruecos por salir en defensa de la soberanía de Bahrein ha sido "la gota que ha colmado el vaso" que ha llevado a la ruptura diplomática entre los dos países, aseguraron fuentes del parlamento marroquí. Los hechos se remontan a mediados del pasado mes de febrero, cuando el expresidente del Parlamento iraní, Alí Nateq Nuri, manifestó que Bahrein, un pequeño Estado del golfo Pérsico de 800.000 habitantes, la mayoría chiís, había sido provincia iraní. Las palabras de Nuri molestaron a gran parte de los países árabes, entre ellos Marruecos.

CONTRA EL EXTREMISMO Unos días más tarde, Rabat llamó a consultas a su embajador en Teherán como medida de protesta. El rey marroquí, Mohamed VI, se solidarizó a través de una carta con el monarca de Bahrein, Hamad Bin Isa al-Khalifa.

A ojos de los observadores, la contundente reacción de Marruecos solo puede deberse a su decidida lucha contra el extremismo religioso, y a las "ansias" por hacerse con un hueco en el panorama internacional. "Es una manera de tomar posición, de no aceptar las influencias iranís en nuestro país", señala Hasán Boukentar, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Mohamed V de Rabat. "Marruecos se alinea de esta manera con Estados Unidos frente al enemigo iraní y su ofensiva en el mundo", dice, por su lado, Abdalá el Harif, secretario nacional de la organización política Vía Democrática.

ACTITUD POCO DIPLOMATICA Mohamed Azerual, director de Asuntos Bilaterales del Ministerio de Exteriores, pone el acento en el "comportamiento no diplomático" de algunos funcionarios de la embajada de Irán en Rabat, que han "alterado" los fundamentos religiosos del país. Según Ahmed Abadi, presidente de la Liga Mohamedia de Ulemas, los iranís se "aprovechan" de la popularidad del Partido de Dios (Hizbulá) y "publican revistas en las que se manifiesta que Marruecos es un país con antecedentes chiís y debe regresar al origen".