El miércoles, Mohamed Rabia estaba trabajando en una obra en Beit Lahia (norte de Gaza) cuando le llegó la noticia de que un bombardeo israelí había matado a 19 civiles en Beit Janún. Dejó su trabajo, cogió su coche y se personó en el infierno en el que se había convertido la calle bombardeada. "Siempre que ocurre algo así, visito a la familia. Cuando me pasó a mí, mucha gente vino a visitarme, y sé que reconforta. Esta vez me quedé paralizado. Solo podía llorar. Recordaba a Jadil". Jadil, su hija de 7 años, murió cuando un proyectil israelí destruyó su casa.

Al día siguiente del bombardeo de Beit Janún, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, dijo: "A diferencia de los palestinos, nosotros jamás atacamos específicamente a civiles". Por tanto, como en el caso de Beit Janún, lo que le ocurrió a la hija de Mohamed fue un "error". O los infaustos "daños colaterales", resultado de la dificultad de luchar "contra el terrorismo" cuando los "terroristas se esconden entre la población civil y utilizan a inocentes como escudos humanos".

Las estadísticas

El problema de este argumento son las estadísticas. Y en este conflicto las hay de todos los colores. Según la organización Médicos por los Derechos Humanos, en lo que va de año 96 niños palestinos han muerto violentamente, la mayoría en Gaza, más del doble que en el mismo periodo del 2005. Si el estudio se reduce al periodo de tiempo entre la captura del soldado Gilad Shalit (28 de junio) y el 27 de octubre, Médicos por los Derechos Humanos ha confirmado 247 muertos, 155 de ellos civiles y 57 menores de 18 años. O sea, desde que empezó la última gran crisis, el 63% de víctimas han sido civiles.

La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU afirma que entre el 1 y el 8 de noviembre, Israel mató a 82 palestinos, de los que al menos 39 eran civiles; 18, menores de 18 años y 10, mujeres. Y Unicef denuncia que en solo 10 días, noviembre ya se ha convertido en el segundo peor mes del año en términos de niños muertos.

"Algunos de mis hijos aún tienen pesadillas", dice Mohamed mirando el póster conmemorativo de mártir de su hija. En Palestina, un mártir es toda víctima del Ejército israelí. Jadil se convirtió en mártir por error el 10 de abril de este año. Esa noche, antes de salir a trabajar, Mohamed le dijo a su mujer que encerrara con llave a 10 de sus hijos --los otros tres dormían en casa de unos parientes--. "Estaban bombardeando la zona desde hacía días, y había oído que lo más peligroso era la metralla".

Lo que sucedió fue peor que la metralla. Un proyectil impactó en la casa. Mohamed escuchó la noticia de que habían bombardeado su hogar. Cuando llegó, solo había escombros. Durante varias horas recorrió los hospitales de la zona, hasta que encontró con vida a su familia, excepto a Jadil.

Desde el desalojo de las colonias judías en septiembre del 2005, Beit Lahia y Beit Janún son el lugar más peligroso de Gaza, ya que desde el norte de la franja las facciones disparan los Qasam contra Israel.

Pero la muerte de civiles no es un fenómeno del último año, sino una constante de la Intifada, como bien sabe Rami Matar, un profesor de 30 años. "Yo estaba rezando en el dormitorio y mi mujer estaba vistiendo a nuestra hija. De repente, hubo un gran resplandor en frente de mi rostro y ya no recuerdo nada más", rememora Rami. Era el 22 de julio del 2002, y lo que ocurrió es que un F-16 israelí había disparado una bomba de una tonelada contra el edificio donde vivían el recién casado Rami y su familia. El objetivo era Salá Shehadeh, jefe del brazo armado de Hamás. El bloque quedó destrozado. Murieron Shehadeh, su mujer, su hijo y 13 civiles más, entre los que había 8 niños. Uno de ellos era Dima, la bebé de Rami.

"¿Qué quieren?"

Rami pasó una semana en la UCI. No fue hasta que salió que le dieron las malas noticias. "Pasamos de ser 20 en la familia a ser 13", dice Rami. Pasados cuatro años, Rami y su hermano han aumentado la familia, y ahora vuelven a ser 20. "Cuando ocurren cosas como las de Beit Janún recuerdo lo que nos pasó. Es la misma escena con diferente nombre", dice Rami, que desde entonces se pregunta: "¿Por qué nos matan así? ¿Qué quieren de nosotros?".