Al menos 30.510 personas murieron entre el 2014 y el 2018 tratando de emigrar desde sus países hacia otros en busca de un futuro mejor, la inmensa mayoría de ellas ahogadas en peligrosas travesías, según los datos del Proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

«La inmigración irregular plantea riesgos significativos para aquellos que inician determinados viajes, por lo que hacen falta vías legales seguras de forma urgente para que menos personas recurran a esta opción», defendió el director del Centro de Análisis Global de Datos sobre Migración (GMDAC) de la OIM, Frank Laczko.

«Aunque muchos se centran en el Mediterráneo, la verdad del asunto es que la gente muere en las rutas migratorias de todo el mundo». Según la OIM, sus cifras son solo una estimación mínima puesto que falta información oficial. De los 30.510 muertos contabilizados, más de 19.000 perecieron ahogados. No solo en el Mediterráneo, también en el Río Grande que separa Estados Unidos de México, en la bahía de Bengala, en el Índico, y en otras muchas rutas marítimas.

Por regiones, casi la mitad del total (14.795) se produjeron en la ruta del Mediterráneo Central entre el norte de África e Italia, mientras que en total, en las distintas rutas en el Mediterráneo perecieron en este periodo al menos 17.644 personas. Este dato, destaca la OIM, supone 10 veces la cifra de muertos que provocó el naufragio del Titanic en 1912.

Las rutas migratorias en África son las segundas más mortíferas, con 6.629 muertos desde 2014. Casi 4.000 de ellas se produjeron en el norte del continente, donde la falta de datos fiables y la información anecdótica de superviventes apunta a que muchos más migrantes habrían perdido la vida.

En el continente asiático donde también hay escasez de datos, más de 2.900 personas han muerto mientras emigraban, lo que incluye a 2.191 en el sudeste asiático y 531 en Oriente Próximo. Por último, en las Américas, la OIM ha contabilizado al menos 2.959 muertos. Más del 60% de estas muertes se produjeron en la frontera entre México y EEUU.

LAS DURAS CONDICIONES / Además de ahogados por las malas condiciones de las embarcaciones en las que suelen viajar, otros 3.800 migrantes murieron como consecuencia de las duras condiciones de su viaje -padeciendo insolación, deshidratación y agotamiento, entre otros- o debido a enfermedades combinadas con la falta de medicinas. La OIM ha lamentado lo poco que se sabe sobre las identidades de quienes mueren, especialmente en los casos de los ahogados en el Mediterráneo o quienes se dejan la vida en el desierto, dado que en numerosas ocasiones nunca aparecen los cuerpos.