"Si George Bush sale elegido, me marcharé de Washington y pasaré el resto de mi vida en Francia", afirmó Pierre Salinger una semana antes de las elecciones del año 2000. El recientemente fallecido exsecretario de Prensa del presidente Kennedy cumplió su promesa y vivió sus últimos años en Le Thor, cerca de Avignon.

Otros conocidos liberales, como el director de cine Robert Altman y el actor Alec Baldwin, hicieron entonces los mismos votos sin llegar a cumplirlos. Sin embargo, la reelección del presidente republicano ha sido demasiado para un buen número de estadounidenses que están haciendo en silencio lo que los famosos prometen y no cumplen: convertirse en emigrantes políticos. Eso sí, sin apartarse mucho de casa: en la vecina Canadá.

Debilidad por Toronto

"Yo no quiero participar en lo que esta Administración está haciendo aquí y por todo el mundo", comentó al periódico The New York Times una de estas ciudadanas, Melanie Redman. Residente en Seattle, Redman ha dado ya los pasos necesarios para instalarse en Toronto, una de las ciudades más apetecidas por los que no soportan más a Bush.

Aunque no hay datos precisos sobre cuántos estadounidenses han hecho las maletas, las autoridades canadienses detectaron un aumento de solicitudes de información sobre inmigración justo después de las elecciones. Las 20.000 peticiones diarias se convirtieron en 115.000.

El súbito interés de los detractores de Bush por mudarse a Canadá empujó incluso a algunos espabilados canadienses a poner manos a la obra para facilitarles la tarea. En noviembre, un letrado de Vancouver especialista en cuestiones de inmigración citado por la cadena CNN llevó a cabo seminarios de orientación en las ciudades estadounidenses de Seattle, San Francisco y Los Angeles. Su vecino Jason Mogus, por su parte, montó una web (www.canadianalternative.com) con el fin de orientar a estos emigrantes políticos y exhibir las ventajas de vivir en Canadá.

Gays, Kioto e Irak

"Nosotros animamos a los progresistas a que se queden en EEUU y sigan trabajando en temas importantes", sostiene este portal, aunque a continuación asegura que "muchos amigos estadounidenses están pensando en mudarse a Canadá", un país cuyas evidentes diferencias con el vecino del sur resultan muy atractivas para los que huyen del conservadurismo de Bush.

Entre ellas figuran, entre otras, "contar con un seguro médico universal, no haber enviado tropas a Irak, ser firmante del Protocolo de Kioto, permitir el matrimonio entre gays en más de la mitad de las provincias canadienses e, incluso, la recomendación hecha por el Senado canadiense para legalizar la marihuana".

"No estamos hablando de grandes movimientos de personas", argumenta el letrado David Cohen, de Montreal, amparándose en las cifras. En el año 2003 fueron cerca de 6.000 los estadounidenses que recibieron permiso de residencia en el vecino norteño. "Incluso si durante este año el número llega a multiplicarse por tres --explica Cohen-- sólo estamos hablando de 18.000 personas".

Batallón de liberales

Con todo, se trata de un batallón de liberales huyendo de Bush, algo que no se han atrevido a hacer voces tan señeras de la izquierda como el actor Robert Redford, que prometió que emigraría si Bush salía reelegido para luego retractarse.

Más cauteloso se mostró el millonario George Soros. El magnate financiero, que invirtió en la campaña de Kerry, no llegó a comprometerse a dejar el país. "Yo creo que me iré a un monasterio", dijo astutamente.