Nueva masacre en Irak. Al menos 66 personas, la mayoría civiles, perdieron la vida y más de un centenar resultaron heridas ayer en un atentado con explosivos cometido en un mercado de Ciudad Sadr, el populoso suburbio chií en el noreste de Bagdad. En otro ataque, también en la capital, un grupo armado secuestró a una diputada suní y, al menos, a siete de sus guardaespaldas. Para añadir más leña al fuego de la violencia sectaria en el país, el líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, proclamó en una grabación de audio que los sunís en Irak son víctimas de "un genocidio".

Según la policía, la explosión se produjo a las diez de la mañana (dos horas menos en España) en un mercado lleno de gente. Los terroristas hicieron estallar un vehículo aparcado junto a decenas de tenderetes de venta de comida y ropa en el momento en que pasaba una patrulla policial. Varios puestos y vehículos quedaron totalmente destrozados y sus restos esparcidos en un radio de medio kilómetro. Las ambulancias y equipos de rescate no dieron abasto para trasladar a los heridos.

Poco después, un grupo hasta ahora desconocido, los Partidarios de la Comunidad Suní, se atribuyó en un comunicado la acción, en venganza por los ataques chiís contra miembros de la comunidad suní: "Vosotros habéis empezado y así respondemos a vuestra agresión", reza el texto. Y antes de acabar la jornada, el mensaje de Bin Laden difundido por internet vino a certificar el odio que profesa Al Qaeda hacia los civiles chiís.

En Ciudad Sadr residen más de dos millones de personas, la gran mayoría chiís de procedencia muy humilde, que cierran filas en torno al clérigo radical Moktada al Sadr. El religioso, opuesto a la ocupación extranjera del país, controla además a las milicias del Ejército del Mehdi, presuntamente vinculadas a la muerte de centenares de sunís.

El de ayer fue el atentado más mortífero desde la muerte de Abú Musab al Zarqaui, el hombre que dirigía la organización. Desde su muerte, el 7 de junio, el Gobierno reforzó la seguridad en Bagdad, con 50.000 nuevos agentes. EEUU puso ya precio a la cabeza del sucesor de Zarqaui. Cinco millones de dólares (3,9 millones de euros) recibirá quien dé "información sobre el paradero" de Abú Ayub al Masri.

MAS ATAQUES Pero incrementar la seguridad no solo no ha evitado otra matanza, sino que ha causado un aumento en los ataques, según un alto mando de EEUU. Porque, a más patrullas, más posibles objetivos.

El atentado sucedió después de que el primer ministro, Nuri al Maliki, presentase un plan de paz para incorporar a los rebeldes al proceso político. Maliki viajó a Arabia Saudí, Kuwait y los Emiratos Arabes Unidos, todos ellos de mayoría suní.