Una familia cometió ayer tres atentados suicidas en Indonesia que dejaron al menos 13 muertos y 41 heridos. El objetivo fueron las iglesias cristianas de Surabaya, la segunda ciudad del país del sudeste asiático. Los ataques son los peores que sufre la minoría cristiana en los últimos 18 años y fueron reclamados por el Estado Islámico (ISIS).

Los atentados fueron ejecutados por una pareja y sus cuatro hijos a primera hora de la mañana. El hombre se inmoló con un coche bomba, dos hijos de 16 y 18 años utilizaron una motocicleta y la mujer se hizo acompañar de sus hijas de 9 y 12 años para su ataque, según la policía.

El primer atentado llegó en la Iglesia Católica Romana de Santa Maria de Surabaya y pocos minutos después se sucedieron en la Iglesia Cristiana de Diponegoro y en la Iglesia de Pantekosta, desveló el portavoz policial. Un testigo describió el atentado perpetrado por la mujer en la prensa local. «Los agentes de policía la bloquearon frente a la iglesia pero ella los ignoró y consiguió entrar. Entonces fue a abrazarse a un civil y la bomba explotó», señaló un guardia de seguridad. En los recintos religiosos fueron encontrados hasta cinco bombas caseras que no explotaron y fueron detonadas después por los artificieros. Las imágenes televisivas muestran trozos de cemento arrancados y múltiples cristales rotos en la entrada de la Iglesia de Santa María.

Un comerciante describió otro atentado: «Vi a dos hombres sobre una moto intentado entrar en el patio de la Iglesia. Uno llevaba pantalones negros y otro una mochila en su espalda. Poco después escuché la explosión», dijo.

Los ataques llegan apenas días después de un motín con rehenes protagonizado por activistas islámicos en un centro de detención cercano a la capital que terminó con nueve muertos.

Indonesia, el país con más musulmanes del mundo, había sido tradicionalmente un ejemplo de convivencia entre religiones, pero los movimientos radicales del islam han ganado terreno en los últimos años y los ataques a minorías religiosas como la cristiana han aumentado.

Uno de los mayores peligros en el sudeste asiático son los activistas del Estado Islámico que han regresado tras varios años peleando en Siria y otros países donde la organización terrorista sufre el acoso de las fuerzas de seguridad occidentales. La familia que atentó ayer en Surabaya había vivido en Siria, según confirmó la policía.