Después de un bloqueo de cuatro días, el presidente italiano, Sergio Mattarella, intervino en contra del ministro del Interior, Matteo Salvini, y propició el desembarco de una nave de la Guardia Costera italiana con 67 refugiados a bordo que estaba parada en el puerto de Trapani, en Sicilia. Habló con el primer ministro, Giuseppe Conte, quien intercedió desautorizando a Salvini, que se había negado a permitir el desembarco.

Los inmigrantes habían sido rescatados inicialmente por un mercante holandés. Después de generarse tensiones a bordo, probablemente provocadas por el miedo de los náufragos a ser devueltos a Libia, el buque pidió ayuda a la Marina italiana para que se hiciera cargo de los refugiados. Salvini aprovechó entonces para clasificar de «alborotadores» a los inmigrantes y les negó el desembarco en los puertos italianos. El ministro justificó la prohibición al barco militar italiano de atracar en cualquier puerto afirmando que había una investigación sobre los supuestos disturbios a bordo. El portavoz de la empresa holandesa negó que hubiera ninguna rebelión.