Aunque es uno de los asuntos clave en la primera fase de las negociaciones del brexit, la primera ministra británica Theresa May ha dejado claro este viernes en que no concretará el dinero que el Gobierno británico está dispuesto a poner sobre la mesa hasta que la futura relación comercial esté clara. “La factura total y final llegará como parte del acuerdo final que obtengamos en relación con el futuro acuerdo”, ha advertido al término del Consejo Europeo de otoño.

Lo único que ha vuelto a repetir, como ya apuntó en el discurso de Florencia de hace unas semanas, es que examinarán línea por línea el presupuesto y que harán frente a los compromisos ya asumidos en el marco del presupuesto comunitario. “Nadie tiene que preocuparse por el marco presupuestario actual, ni de que tenga que pagar más o recibir menos como resultado de la salida de Reino Unido. Respetaremos los compromisos”, ha asegurado poco antes de salir hacia Londres.

Es más, según May, su gobierno está dispuesto a seguir contribuyendo a pagar los costes derivados de su participación en futuros proyectos en materia de ciencia e innovación o seguridad si siguen cooperando en el futuro con la UE. Pero ha eludido pronunciarse si la factura final será de 60.000 millones de euros, la cifra inicial filtrada por la Comisión Europea.

El escollo del dinero

El dinero sigue siendo el gran escollo de esta primera fase de las negociaciones y el principal problema que ha impedido a los líderes de la Unión Europea constatar la existencia de “progresos suficientes” en los tras elementos clave del proceso: factura, frontera de Irlanda y derechos de los ciudadanos. La consecuencia es que los 27 no han dado vía libre al gran objetivo inicial del Reino Unido para esta cumbre: conseguir luz verde al inicio de negociaciones sobre el futuro acuerdo comercial o el pacto transitorio que piden los británicos para tranquilizar a empresas y ciudadanos.

Sí se lleva en cambio un pequeño gesto de buena voluntad de los 27 para evitar su regreso a Londres como la gran perdedora de esta cita. Sus socios europeos han accedido a empezar a preparar el trabajo interno de cara a ese futuro acuerdo comercial como muestra de buena voluntad tras los guiños de de las últimas semanas. Una concesión más retórica que práctica porque seguirá condicionada a la constatación de “progresos suficientes.

May, optimista y positiva

“Soy optimista”, ha dicho la mandataria británica sobre la posibilidad de lograr un acuerdo “positivo” en diciembre. Eso sí, no descarta la posibilidad de fracaso de las conversaciones porque “sería irresponsable” no contemplar todos los posibles escenarios.

En Bruselas se niegan a hablar de esta posibilidad. “Entre las hipótesis de la Comisión Europea no entra un escenario de no acuerdo. Lo odio. No se lo que eso significa. Nadie me ha explicado las consecuencias en caso de no acuerdo (por los británicos). Quiero un acuerdo justo con Reino Unido”, ha replicado el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.