Quedan 105 días para el brexit y nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que necesita Theresa May para conseguir los números suficientes para que el Parlamento británico apruebe el tratado de salida del Reino Unido de la UE y la declaración política sobre la futura relación. Sus homólogos europeos se marcharon ayer de Bruselas cargados de pesimismo, debido a la «profunda desconfianza» que ven en la capital británica, y convencidos de que la pelota está en el tejado de Westminster.

«No soy muy optimista porque las indicaciones que recibimos el jueves no apuntan a una aprobación en la Cámara de los Comunes», admitió ayer un desesperanzado primer ministro belga, Charles Michel. «Objetivamente hablando, las señales que escuchamos no fueron especialmente tranquilizadoras sobre la capacidad del Reino Unido de poder cumplir con el compromiso cerrado», añadió. Coincidió con su lectura el primer ministro luxemburgués, Xavier Bettel, que calificó la situación en Londres de «inestable», donde sigue sin ser evidente una mayoría a favor del acuerdo.

May, en cambio, ve el vaso medio lleno y no tira la toalla. No le han dado lo que exigen sus compañeros de la Cámara de los Comunes -garantías jurídicas de que el Reino Unido no quedará atrapado sine die en la unión aduanera-, pero se marcha de Bruselas con un mensaje de determinación de que todavía le queda tiempo para rascar algo más de sus colegas. «Tomo nota de que se ha publicado que la UE no está dispuesta a considerar aclaraciones adicionales. La UE es clara, como yo, de que si nos vamos a marchar con un acuerdo es este. Las conversaciones con mis colegas han mostrado que son posibles aclaraciones y discusiones adicionales tras las conclusiones del Consejo».

La primera ministra británica explicó que había mantenido nuevos contactos ayer y anunció más conversaciones con los gobiernos europeos en los próximos días para lograr las garantías que necesita Westminster para ratificar el acuerdo cerrado el 25 de noviembre. «Hay trabajo por hacer, pero está claro que podemos buscar más aclaraciones», insistió. Lo que no está claro es exactamente con quién. «No tengo mandato para organizar más negociaciones, aunque estoy a disposición de Theresa May. Es mi trabajo y me complace estar en contacto con la primera ministra sobre todas las cuestiones relevantes», se limitó a responder el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, tras una jornada que registró un breve encontronazo de May con el presidente de la Comisión Europea.

NEBULOSA E IMPRECISA / En las imágenes se vio a May hablando con rostro serio con el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, reprochándole sus palabras del jueves, cuando lamentó que los británicos sigan inmersos en un debate «nebuloso e impreciso», sin aclarar el tipo de relación que quieren con la UE. Unas palabras que la mandataria británica se tomó mal. «He tenido una discusión enérgica con Jean-Claude Juncker. El resultado de esto es su aclaración de que hablaba, cuando utilizó esa frase, del nivel general del debate», explicó May tras la cumbre.

Lo mismo hizo el político luxemburgués. «No estaba agrediéndola y, tras comprobar lo que dije, me ha besado», bromeó recordando también que tiene por May «el mayor respeto». Como Donald Tusk: «Apreciamos sus esfuerzos para ratificar el acuerdo. Mi impresión es que hemos tratado a la primera ministra con mayor empatía y respeto que algunos diputados británicos», enfatizó.

La declaración política cerrada el jueves no recoge nada nuevo: que aspira a una relación futura estrecha con el Reino Unido y que el objetivo no es aplicar la red de seguridad para Irlanda, una póliza de seguros necesaria, según los Veintisiete. «Como conclusiones formales, estos compromisos tienen un estatus legal y por tanto deben ser bienvenidos», celebró May sobre la declaración. No está claro si lo verán igual en Londres donde, según Juncker, existe una «profunda desconfianza» que no es una buena base para alimentar la futura relación. «Hay que rebajar la temperatura», reclamó. El próximo miércoles, de momento, la Comisión hará públicos nuevos planes de contingencia por si el brexit avanza hacia el caos.